El cine argentino se rí­e de sí­ mismo



Las pelí­culas ’Upa!’ y ’Estrellas’, premiadas en el recién terminado Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, revelan que el llamado Nuevo Cine Argentino (NCA) puede reí­rse de sí­ mismo o reflexionar sobre el acto de filmar la pobreza con actores reclutados en un miserable asentamiento urbano.

«Venimos del NCA y nos burlamos de lo que el sistema de producción independiente provoca en los equipos de filmación», dijo Tamae Garateguy, una de las directoras de «Upa!» junto con Camila Toker y Santiago Giralt.

La producción acaba de ganar el lauro de mejor filme argentino en el IX Buenos Aires Festival de Cine Independiente (BAFICI), cuya distinción mayor se llevó la canadiense «In between days» (Entre dí­as), de So Yong-Kim, una coreana criada en Estados Unidos.

Pero «Upa!» también se llevó palmas del público al figurar entre las más votadas, sobre unos 260.000 espectadores, récord desde que empezó la muestra y otra prueba del interés por el cine al margen de los llamados ’tanques’, como le dicen a las producciones de Hollywood que hegemonizan las pantallas.

Otra notable cifra de 200.000 asistentes tuvo hace un mes el XXII Festival Internacional de Mar del Plata (sur), donde fue laureada la pelí­cula «M», del realizador argentino Nicolás Prividera, quien negó directamente que exista un NCA.

«El NCA no es más que una sigla. Me parece que hace falta un cine que hable de nuestro tiempo, de todo lo que pasa en el paí­s, pero no desde el hiperrealismo», dijo Prividera.

El cineasta sostuvo que «desde los años 90 hubo un cine que se centró en un sólo sector, los pobres y los marginados, dejando en tinieblas su contracara, el ’establishment’ y la clase que se enriqueció en esa época».

«Es un cine de niños ricos aburridos. Se hacen muchas pelí­culas pero poco cine», analizó Prividera, quien en «M» cuenta cómo intentó entender la historia de su madre, desaparecida durante la dictadura (1976-1983).

En coincidencia, Raúl Perrone, considerado el patriarca del cine independiente argentino y presentado en competencia del BAFICI con su filme «Canadá», dijo a la AFP que «hay un mal llamado NCA, porque de distinta manera se está haciendo lo mismo».

«En lo que creo es en hacer pelí­culas, en el riesgo artí­stico y no en las etiquetas. Esta nueva mirada se parece a las miradas anteriores», dijo Perrone.

Consultado el legendario realizador sobre por qué uno de los filmes más taquilleros de los últimos años en Argentina fue «Patoruzito», una pelí­cula animada maltratada ferozmente por la crí­tica cinéfila, dijo con filosofí­a que «si no existiera ese cine, no podrí­amos decir que hay otro cine».

«Yo me siento más cercano, más ’amigo’, de (el estadounidense) Gus Van Sant que de algunos directores de aquí­», dijo Perrone sobre el formidable creador de «Elephant», sobre una masacre en una escuela de nivel medio de Estados Unidos.

Pero Diego Trerotola, uno de los programadores del BAFICI, dijo a la AFP que fenómenos como el BAFICI o el NCA –nacido en los años 90 con directores como Adrián Caetano («Bolivia») o Lucrecia Martel («La ciénaga»)– permiten «discutir el cine, pensar el cine de otra forma».

«’Patoruzito’ –elegida hace unos años para competir por el Oscar de la Academia de Hollywood– es taquillera porque la educación audiovisual de la gente está dada por la TV. Lo que hace el público es seguir consumiendo TV en el cine», dijo Trerotola.

El programador destacó, como contrapartida, que «Upa!» o «Estrellas» hacen una reflexión sobre la renovación en el cine.

En «Estrellas» –Premio Especial del Jurado Internacional del BAFICI–, los realizadores Federico León y Marcos Martí­nez narran cómo se contrata gente en la Villa 21, una de las ’villas miserias’ o ’favelas’ de Buenos Aires, para pelí­culas que hablen sobre la pobreza.

Pero «Upa!», en cambio, se toma en solfa el acto de filmar, a la manera de Buster Keaton, Jerry Lewis o Groucho Marx, pero mirando al NCA y en el siglo XXI.

«También nos reí­mos del uso del blanco y negro, o de la imitación de la ’Nouvelle Vague’ (renovación del cine francés en los años 50), o de los largos tiempos muertos y de cierta solemnidad. Igual, el NCA nos encanta», dijo Giralt.

Giralt pudo también reí­rse de sí­ mismo y encarnar en «Upa!» el personaje de un cineasta que gana un subsidio de Europa, sin tener ni idea aún sobre qué es lo que quiere filmar.