La cifra oficial de muertos de las repentinas inundaciones de esta semana en dos ciudades en el sur de Filipinas llegó a mil y es posible que aumente mientras las autoridades siguen encontrando más cadáveres.
El director de la Oficina de Defensa Civil Benito Ramos dio a conocer las cifras más recientes hoy, revelando un total de 1.002 muertos confirmados, incluyendo 650 en Cagayan de Oro y otros 283 en la vecina ciudad de Iligan. El resto falleció en otras provincias del sur y el centro del país.
Una tormenta tropical arrasó con el área el viernes por la noche y provocó repentinas inundaciones en medio de la noche que atraparon a la mayoría de las víctimas mientras dormían.
El presidente Benigno Aquino III ha declarado estado de calamidad nacional. Agregó que harán una evaluación de cuántas personas murieron y cuántos están viviendo a la orilla de los ríos y cerca de la costa, la mayoría de ellos en zonas restringidas, no que no se han ido a zona seguras.
«Hay muchas lecciones aprendidas por las personas que no escucharon a los gobiernos local y nacional, pero este no es el momento de culparlos», dijo Ramos a The Associated Press, agregando que el gobierno continúa enfocado en recuperar los cuerpos, la mayoría de los cuales están siendo sacados de la costa en Cagayan de Oro.
«Hemos perdido la cuenta de los desaparecidos», agregó el funcionario.
En tanto, la tala ilegal es otro factor que se cree ha contribuido al importante incremento de la cifra de muertos porque muchas de las víctimas fueron arrastradas por grandes troncos que rodaban desde las montañas que están frente a las dos ciudades afectadas. Los expertos dicen que la continua tala y deforestación contribuyen a la erosión del suelo y provocan aludes.
Las autoridades y familiares de las víctimas han comenzado a enterrar a los muertos.
En Iligan, los soldados llevaban los ataúdes de al menos 38 víctimas el martes. Muchos traían máscaras para evitar la pestilencia de los cuerpos descomponiéndose.
«Tenemos que dar a los muertos un entierro digno», dijo el alcalde Lorenzo Cruz. Más entierros estaban previstas para el miércoles.
Unas 45.000 personas desplazadas se apiñaban aún en centros de evacuación, mientras los trabajadores de ayuda humanitaria se apresuran a entregar suministros.