Qué alegre ha estado el ambiente en los dí­as prenavideños


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El pueblo católico, que es el abrumadoramente mayoritario de nuestro paí­s, desde los primeros dí­as de diciembre, en especial, se ha venido preparando para la tradicional celebración de la Navidad.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


Es la fiesta más significativa de fe, muy hermosa del catolicismo mundial en la diuturnidad.

Hemos estado observando en nuestra urbe capitalina cómo miles y miles de la grey católica se preparan para festejar el apoteósico e histórico acontecimiento desde semanas antes del 24 de diciembre.

Chicos y grandes, al impulso de la fe respecto de los valores supremos y eternos de la humanidad, “hormiguean” en las calles y avenidas, en los mercados populares y en todos los establecimientos comerciales de las diversas categorí­as para adquirir los artí­culos que serán utilizados en la festividad navideña.

A medida que se avanza hacia la Nochebuena se escuchan los estallidos de  efectos pirotécnicos, tales como “ametralladoras”, bombas, “chifladores” y cohetillos. Ya no se permiten los “buscaniguas”… 

El simpático y bondadoso Santa Claus se presenta muy amable por todos lados. Parece tan humano como los más humanos…

En las posadas se expresa el fervor religioso con pitos, con chinchines, con el golpeteo en conchas de tortugas, con los cánticos caracterí­sticos del folclor inconfundiblemente chapí­n que se pone de manifiesto en las seculares tradiciones de los cristianos católicos. No faltan los exquisitos “ponches” en las casas donde, entre un gran murmullo motivado por los exultantes momentos que se viven, entran esas procesiones que recorren varios lugares en cortos y largos trayectos.

En los hogares católicos se hacen bellos “nacimientos” bien iluminados con largas tiras de lucecitas titilantes que se apagan y vuelven a encenderse en cuestión de segundos, y son el producto de la alta técnica de verdaderos expertos en la lí­nea de la electricidad.

La exitosa empresa que deleita al público guatemalteco y que saborea como lamiendo y relamiéndose la famosa cerveza Gallo, con millonario financiamiento propio hace erigir en forma cónica un árbol de Navidad equivalente, en cuanto a la altura, a un edificio de cinco, seis o más pisos, el cual inmediatamente pasan a admirar como hasta para abrir la boca las multitudes de personas procedentes de las diferentes zonas capitalinas y, también, de los departamentos de la república que vienen a nuestro bullicioso valle de lágrimas en ví­a de placer y/o de negocios.

Podemos decir que ya nos encontramos cerca, muy cerquita, casi en plena Navidad 2011, esperando con inquietud, devoción, amor y respeto el feliz advenimiento del prodigioso niño hecho Dios en la Tierra con la gran misión de salvarnos, de apartarnos de los pecados no sólo veniales, sino también mortales. Entre la feligresí­a se escuchan en la ocasión clamores mediante el Kirie Eleison, de origen griego, que quiere decir, entre otros conceptos, oh, Señor, ten piedad de nosotros, te pedimos misericordia, ven pronto, no tardes; pero, asimismo, es un canto en los entierros y oficios de los difuntos.

La solemne celebración de la Navidad es el más trascendental acto de cada  año en este suelo del istmo centroamericano. Contingentes de toda condición social, incluidas las comunidades “ladinas” y las aborí­genes, vuelcan el sentimiento de amor, de fe y respeto, en la Navidad. Es un gesto, por demás hermoso, de millones de compatriotas que profesan el credo católico.              
 
El fausto acontecimiento debemos celebrarlo en paz, con  amor, devoción y con el calor humano de la familia, no así­ con rachas de libertinaje.
   
Ricos y pobres, trabajadores de las ciudades y de los campos, pecadores y no pecadores, adultos, jóvenes, adolescentes y niños, todos, todos, todos regocijémonos este 24 de diciembre de 2011 por el advenimiento de Jesús, hijo de la Virgen Marí­a, el Dios hecho hombre en este mundo.

Aprovechamos la oportunidad, tan propicia por cierto, para transmitir al pueblo todo nuestras sinceras felicitaciones con motivo de la Navidad, y asociamos votos porque se disfrute lo mejor en un ambiente de muchos afectos con alegrí­a, tranquilidad, seguridad, en la paz que nos brinda el Creador.