¿Pago de favores?


Editorial_LH

Un lector de La Hora nos comentó que en los últimos dí­as se han visto agentes de la Policí­a Municipal de Tránsito trabajando con toda diligencia en la 11 avenida de la zona 10, entre Los Próceres y la 19 calle, para dirigir a los que entran y salen de una venta de carne situada frente a una cevicherí­a. Detienen el tráfico, pesado en esa calle por lo general, para que las amas de casa, sus pilotos y guardaespaldas, puedan maniobrar tranquilamente para parquear o para salir del parqueo de ese comercio. Mientras tanto, la fila se atora obstruyendo el mismo Bulevar Los Próceres mientras los agentes, tan atentos, cumplen con las órdenes que han recibido.

 


No es, por supuesto, el único lugar donde los elementos de la Policí­a Municipal de Tránsito trabajan para un negocio en perjuicio del universo de automovilistas que tienen que soportar la arrogante actitud de quienes, sin duda, están cumpliendo con algún pago de favores. ¿Será que ese negocio de venta de carne fue de los financistas de alguna campaña polí­tica o simplemente es un gesto de amistad de alguien en la Comuna para quedar bien con el propietario del establecimiento?
 
 Hay muchos cruceros en los que la presencia de los agentes de la PMT resulta inexplicable, no sólo porque no hay nada que justifique que pierdan el tiempo en sitios con poco tránsito, sino porque su encargo es detener el tráfico que lleva la ví­a cuando aparece por la calle privilegiada cualquier automóvil. Generalmente esa calle lleva a la casa de algún funcionario de altos vuelos o por lo menos a algún pariente de alguno de los altos funcionarios.
 
 El manejo del tránsito, hemos insistido muchas veces, es un trabajo técnico muy importante que no puede librarse al capricho y, mucho menos, a la prepotencia de los agentes. En la mayorí­a de ciudades son ingenieros especializados los que monitorean los flujos y dan instrucciones para liberar arterias sin complicar otras. En cambio en Guatemala, los agentes no tienen más herramienta que su arrogante prepotencia y no ven más allá de sus narices, por lo que rempujan, literalmente hablando, vehí­culo tras vehí­culo a calles que están adelante taponeadas muchas veces por colegas suyos.
 
 Pero explicarle eso a las autoridades actuales del Municipio es estéril porque ellos ya dieron el curso de cómo soplar el pito y eso basta y sobra para que cualquiera sea agente municipal. A fuerza de pitazos imponen su ley, aunque sea para beneficiar a los amigos de algún funcionario. Detener el tráfico para que salga una doñita con su séquito de guardaespaldas mientras se obstruye una arteria como Los Próceres es indigno de una Policí­a de Tránsito.

Minutero:
Si el jefe es prepotente 
así­ lo será también su agente; 
y si además es ignorante 
va a tener muy mal talante