AUSENCIA DE PAZ


En Guatemala exigimos paz, pero ¿qué hacemos para alcanzarla? Somos una de las sociedades más polarizadas, racistas, excluyentes y desiguales del mundo.

Gerardo Emanuel Narciso Pineda / A1 1110601

 


Cabrí­a preguntarnos ¿existirá la paz en Guatemala, si unos pocos son los dueños de todo y la mayorí­a sobrevive en la profunda miseria? ¿Existirá la paz en Guatemala, si la justicia ampara a delincuentes, funcionarios corruptos, asesinos y genocidas? ¿Existirá la paz en Guatemala, si nos conformamos con ser «caritativos» y «buenos cristianos» en lugar de ser solidarios con los hermanos y hermanas que sufren pobreza, exclusión y marginación? ¿Existirá la paz en Guatemala, si la mujer es violentada y discriminada por cuestiones de género? ¿Existirá la paz en Guatemala, si el racismo y la discriminación son prácticas cotidianas en cualquier ámbito de la sociedad? ¿Existirá paz en Guatemala, si para la mayorí­a es más importante comprar armamentos, incrementar las fuerzas armadas y policiales que la educación formadora de ciudadanos con conciencia crí­tica frente a la realidad del paí­s?
 
La paz que tanto anhelamos debe ser producto de un cambio en la conciencia social de los guatemaltecos; todos los que conformamos el Estado como tal, debemos comprometernos a construir una sociedad en la cual todos y todas de forma real tengamos las mismas oportunidades, derechos y obligaciones; de lo contrario seremos lo que cosechamos durante siglos: violencia, pobreza, inequidad, debilidad estatal, una profunda apatí­a y desinterés por la problemática social.