Si queremos que Guatemala cambie, por el Congreso debiéramos empezar. ¿Qué más pruebas queremos para demostrar que nuestra democracia no ha funcionado bien porque llevamos siete períodos consecutivos en que el Organismo Legislativo lo que menos hace es trabajar?, ¿cuánto tiempo más vamos a seguir manteniendo a 158 personas puestas a dedo por los partidos políticos para llegar a un recinto a seguir sus directrices, mientras sus electores lo único que hacen es repetitivamente concurrir a las urnas a consolidar sus intereses personales o ¿usted estimado lector conoce a fondo quiénes son sus “legítimos†representantes, a quienes puede exigirles el debido cumplimiento de sus deberes y responsabilidades?
fracaceres@lahora.com.gt
En los últimos días he oído y leído diversos comentarios periodísticos quejándose que el Congreso es inoperante; por ser de pésima calidad las leyes emitidas; por la inasistencia continuada de los diputados; por los negocios sucios que por debajo de las curules se siguen haciendo; porque se esfuman millones de quetzales de sus arcas y nadie, como se oye, ¡absolutamente nadie hace nada por reponerlos! Por ello es que vuelvo a insistir ¿qué hemos logrado con ello? Igual vamos a seguir, hasta que los ciudadanos no hagamos conciencia para ponerles un ¡hasta aquí! A esa partida de sinvergí¼enzas que llegan sin petate en qué caer muertos y salen multimillonarios.
Si bien es cierto que hay sus excepciones, son tan pocas, que nada justifica nuestra pasividad e indolencia. Estimado lector, por favor analice conmigo estas cifras: ¿Realmente necesitamos 158 diputados?, ¿no cree usted que si mucho con 60 tendríamos más que suficientes y si usted hace el cálculo de que cada uno recibe de los fondos públicos alrededor de Q30 mil mensuales, entonces el país se estaría economizando casi Q3 millones mensuales, lo que daría un flujo positivo de Q35 millones anuales que podrían utilizarse bien en la emergencia de cualquier hospital del país.
Como decimos en buen chapín, se nos para el pelo al saber que la Junta Directiva del Congreso está integrada por nueve miembros. ¿Nueve? Cuando tres serían suficientes. Estos directivos, a más de jugosos sueldos, entre Q48,500 a Q38,500, perciben la granjería de Q10 mil mensuales para ¿gastos de representación, derecho a una secretaria, un asistente, un conserje y dos asesores por cada función que se les asigna. ¿Va usted a seguir sentado tan conforme ante semejante derroche? Lo anterior no es más que un insulto a nuestra inteligencia y dignidad.
La Ley Electoral y de Partidos Políticos debiera ser reformada de inmediato y también la Ley Orgánica del Congreso. ¿Cómo va a ser eso que hoy exista un diputado que solito él integra una bancada de un partido, al que por cierto ya renunció, pero no a los privilegios que le elevan sus emolumentos a Q35,150 y el “derecho†a tener dos asesores, más oficinas y estacionamiento. ¡Dios mío! ¿De qué pasta estaremos hechos?