Dos parlamentos ineficaces y onerosos


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La politiquerí­a ha servido en los últimos tiempos para llenar como a reventar la burocracia, de por sí­ superdesarrollada.

Tenemos, por ejemplo, el Parlamento Centroamericano y el Congreso de la República, los cuales no sólo son ineficaces, sino por añadidura sumamente onerosos para los respectivos paí­ses, sobre todo el primero.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


Tanto el PARLACEN como el elefante echado que ocupa el caserón de la novena avenida de la zona uno son verdaderos “tragantes” de los estados allí­ representados.

El Congreso de marras cuenta, nada menos, que con 158 diputados, de los cuales únicamente es apta o capaz una minorí­a de los llamados “padres de la patria”. La mayorí­a sólo sirve,  por lo regular, para levantar la mano en señal de estar aprobando las leyes que son elaboradas, para luego ser promulgadas. . .

Ahora bien, el PARLACEN famoso tiene abundancia de diputados de no todos los paí­ses del istmo. íšltimamente se han querido sumar a dicho ente  paí­ses cercanos a Centroamérica porque hay buen aprovechamiento de privilegios, principiando por los jugosos sueldos.

Ya se ha dicho que está como para desbordarse el Congreso de la República. Son sólo 22 los departamentos en que está dividida la alegre parcela, pero por cada uno de ellos hay más de dos diputados, que es el número –dos, no más– que deberí­a tener el vetusto caserón de la novena avenida, o sea un titular y un suplente; si acaso dos titulares y dos “suplefaltas” algunos (pocos) distritos. El pueblo está exigiendo una reducción sustancial, pero como la decisión que debe adoptarse en tal sentido, los “dipus” más legos y avorazados  se hacen de los oí­dos de sordomudos… Y es que se les ha asignado excesivo sueldo y gozan de nada despreciables prebendas que hasta los acaudalados apetecen…
   
No sabemos qué estarán pensando los hombres del nuevo gobierno que se instalará el 14 de enero del próximo año, pero es oportuno sugerirles que vean la manera de lograr el decremento de diputados y lo demás que imponen las circunstancias.

En el PARLACEN hay también buen montón de diputados que dan la impresión de vivir dormitando, en francachelas y empinando el codo para ingerir no sólo cocas, sino también alegrí­a embotellada, según el despabilado  “qualunque”.

Es pertinente preguntar: ¿Qué ha hecho el PARLACEN para situar en la senda del progreso efectivo a los estados en él representados? ¿Qué ha hecho realmente? Nos gustarí­a que diese difluencia a su voz el actual presidente del Parlamento de referencia.  Ojalá que no opte por el silencio como buen polí­tico que debe de ser.

En opinión de la generalidad, ha hecho bien Costa Rica de mantenerse al margen del PARLACEN,  pese  a que quienes entregan el mando supremo en esta región cardí­aca del continente automáticamente pasan a integrarse al referido ente. No obstante sus flaquezas, puede decirse que aún no tiene tanto desprestigio como el Congreso de la República, pero por ahí­ va casi maratónicamente…

Las volcánicas millonadas de dólares del norte que se emplean para la cobertura de los “suelditos” de los diputados al PARLACEN salen de las arcas nacionales de todo el istmo, las cuales podrí­an servir para realizar obras que necesitan los pueblos del área, pero la politiquerí­a es muy gamonal, muy dada al manirrotismo y, de esa guisa, continuarán derrochándose los dineros de la gente de la llanura. Y es que los audaces personajes de la altura y de la llenura difí­cilmente echarán pie atrás. ¡Por tontos!, dirán al uní­sono.

En el seno de las comunidades de toda la región hay hambre, miseria,  desnutrición de la niñez, falta de justicia social y, por otro lado, está galopante la violencia generada por la bancarrota de valores morales, culturales y sociales en general. A diario corre la sangre de hombres, mujeres y niños asesinados por la gente de corazón corrugado que engruesa las negras filas del crimen organizado y no organizado.

No cabe  duda que estamos expuestos a vivir y asimismo a morir arrastrados por un huracán hacia el caos total. ¡Dios quiera que no!

¿Qué dirán los significados estudiosos y analistas de las situaciones que están afectando seriamente a los paí­ses centroamericanos?