En todos los gobiernos se dan esos actos voraces de fin de período en los que los pícaros tratan de realizar los últimos negocios que les dejen alguna comisión, pero pocas veces hemos visto los niveles de voracidad que están mostrando actualmente los miembros del equipo de gobierno que sin recato ni rubor hacen cosas como la de querer amarrar un contrato abierto para la compra de medicinas negociado ahora (y con comisión cobrada ahora) que continúe durante por lo menos el primer año y medio del próximo período.
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Y lo de las medicinas es apenas uno de los tantos negocios que se van conociendo y por fortuna han sido advertidos ya por Pérez Molina y su equipo, porque es fundamental que se advierta que ese tipo de negocios trinqueteros serán declarados lesivos para el interés nacional y los contratistas que se presten al sucio negocio deben saber que pueden perder no solo la oportunidad, sino el dinero que entreguen a su contrapartida en el gobierno, es decir, a los largos que se están ocupando por cumplir al pie de la letra la famosa Ley de Hidalgo acuñada por los mexicanos.
Y eso aparte de decisiones administrativas que pretenden dejar el campo minado al futuro gobierno, ya sea con la contratación de personal permanente que había estado en nóminas temporales, o con la implementación de grupos sindicales que tienen el encargo de convertirse en émulos de los dirigentes del magisterio en cuanto a su sometimiento y compromiso con la dirigencia del partido que dejará el poder en enero.
El tema de la deuda flotante es una muestra categórica de cómo están manejando los últimos negocios y las afirmaciones del Presidente Colom negando todo puede ser una muestra, si le damos el beneficio de la duda, de cuán poco toman en cuenta su opinión los funcionarios de su gobierno.
Yo creo que en la historia del país hemos tenido gobiernos que terminan en forma patética y gobernantes que tienen un pobre paso a la historia, pero pocas veces se ha visto a un Presidente electo por el pueblo que haya sido tan poco decisivo a lo largo de todo su periodo de gobierno. Primero porque resignó el mando en su esposa a quien permitió dirigir de hecho todos los hilos del poder, incluyendo el nombramiento y destitución de ministros, y luego porque se perdió en el vacío después del divorcio. No creo, por lo tanto, que en esas decisiones que se están tomando en algunos ministerios lo tomen en cuenta ni que le den parte de las comisiones porque los hilos de los negocios se mueven a otro nivel, pero tanto al principio como ahora, legalmente es el responsable del curso de la administración pública.
Y ante la ausencia de autoridad para frenar esa voracidad de última hora y la manifiesta, comprobada y reiterada incapacidad de los contralores para atajar tanta picardía, es imprescindible que el nuevo equipo de gobierno haga ver de manera categórica que revisarán con cuidado y detenimiento todas estas negociaciones, contratos y compras de última hora, así como nombramientos y acuerdos, para declarar la lesividad de aquello que afecte los intereses de la población.
Es tiempo de que en Guatemala enfrentemos el tema de la corrupción con energía y determinación porque nuestro aparato está diseñado para el robo descarado e impune. Y la única forma es lanzarnos a una campaña de presión pública, de desprecio y marginación social de los sinvergí¼enzas y de clara protesta ante cualquier signo de corrupción. Los ciudadanos tenemos que empezar a cumplir nuestro deber reclamando la aplicación de la ley para aquellos que han hecho del Estado una viña en la que todos maman y beben leche.