Un nuevo medicamento contra el sida, el raltegravir, podría desempeñar un papel importante en pacientes que ya no responden a otros tratamientos, según un estudio que confirma el carácter prometedor del fármaco.
El raltegravir (MK 0518), de la farmacéutica Merck, es el primer inhibidor de la integrasa, una de las tres enzimas del virus del sida, publica esta semana la revista médica británica The Lancet.
La integrasa canaliza la incorporación del genoma viral en el genoma de la célula invadida.
Los laboratorios de Merck en Estados Unidos probaron dosis de 200, 400 y 600 mg de raltegravir en enfermos sometidos a otros tratamientos antivirales desde hacía una década.
Los investigadores evaluaron al cabo de 24 semanas la carga viral (cantidad de virus en la sangre) en los pacientes repartidos en cuatro grupos, tres de ellos tratados con este fármaco.
Bajo el inhibidor de integrasa, la reducción de la carga viral por debajo del umbral detectable (menos de 50 copias por mililitro) fue del 65%, frente al 13% para el grupo no sometido al raltegravir.
El fármaco permitió además un mayor aumento de linfocitos CD4, lo que evidencia un cierto restablecimiento de las defensas inmunitarias.
«A no ser que se produzcan efectos secundarios inesperados a largo plazo o problemas de resistencia viral, el raltegravir podría jugar un papel importante en las soluciones de urgencia para los pacientes con dificultades terapéuticas», estimaron dos especialistas de investigación clínica de Argentina, Pedro Chan y Omar Sued, en un comentario en The Lancet.