Transnacionales petroleras tienen a su cargo el 80% de la producción de hidrocarburos en Bolivia, mientras la participación del Estado es del 20% después de la nacionalización de los hidrocarburos decretada por Evo Morales en 2006, según un estudio privado.
Petrobras de Brasil tiene una participación del 62% y 18% otras compañías entre ellas la hispano-argentina Repsol, la británica BG, la francesa Total y la argentina Pluspetrol, según un reciente estudio del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) publicado en su revista Plataforma Energética.
La estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) tiene control del 20% a través de sus subsidiarias YPFB-Chaco y YPFB Andina, agrega el informe que se basa en datos de 2009.
Los hidrocarburos fueron privatizados en la década pasada. El presidente Evo Morales nacionalizó la industria en 2006 y la medida consistió en obligar a las transnacionales a renegociar sus contratos de exploración y explotación para convertirse en operadoras de la estatal YPFB.
Si bien las transnacionales tienen a su cargo la producción directa de gas natural y líquidos, la estatal petrolera controla la industria y las políticas energéticas, según autoridades del sector.
El gas es el principal producto de exportación del país. La producción promedio diario el año pasado fue de 37,50 millones de metros cúbicos diarios. Entre enero y septiembre de 2011, se incrementó a un promedio diario de 44,7 millones de metros cúbicos, según YPFB.
Nueve son los principales campos de gas. Sábalo produce el 32% del gas y San Alberto el 25%, ambos operados por Petrobras y la producción está destinada al mercado brasileño, principal comprador del energético. Margarita es el tercer campo en importancia y está operado por Repsol y su producción básicamente se destina a Argentina y al mercado interno, según el informe semestral de la petrolera estatal.
Hasta septiembre pasado Brasil compró un promedio de 28,6 millones de metros cúbicos diarios y Argentina un promedio de 7,4 millones. El primero pagó 5,5 dólares por cada millón de Btu (unidad térmica británica) en enero de este año y 8,3 dólares por la misma cantidad en septiembre pasado.
Argentina pagó en enero 7 dólares por cada millón de Btu y en septiembre 10.20 dólares, los precios para ambos países están fijados en contratos y se ajustan cada tres meses con base en los precios internacionales del petróleo.