El periodismo del siglo XXI


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En el libro “¡Indignaos!” (2010) del excombatiente de la resistencia francesa Stéphane Hessel, se recuerda el papel del periodismo como medio de denuncia de las injusticias en la primera mitad del siglo XX, y su función también en la Segunda Guerra Mundial. Hessel rescata el valor de la Prensa como un poder de lucha contra lo injusto. Por eso, insta, a la luz del nuevo siglo, que el periodismo siga siendo esa herramienta de los ciudadanos para enterarse y formarse su criterio.

Mario Cordero ívila
mcordero@lahora.com.gt

 


Lamentablemente, los medios de comunicación caminaron hacia otro rumbo en la segunda mitad del siglo XX, y hoy dí­a el periodismo puro, consciente y objetivo se desvanece entre los suplementos comerciales, y las presiones de grupos de poder que sesgan la información para que sea favorable hacia éstos.

Los medios de comunicación modificaron su misión y visión, y en vez de ser informativos, se han visto en la “necesidad” de convertirse en empresas, por lo que el objetivo es rentabilizar al máximo sus utilidades, lo que les resta independencia, a la hora de tener que exponer el caso de un “accionista”, acreedor o anunciante.

El periodista promedio de antes, refiere el periodista polaco Ryszard Kapu?ci?ski (1932-2007), tení­a un alto grado de respeto polí­tico y social, pero casi siempre viví­a en condiciones paupérrimas; se trasladaba a pie y hasta tení­a problemas para realizar llamadas, por falta de monedas. Su compromiso social con la información justa y objetiva no era compatible con la comercialización de la información. Sin embargo, refiere este autor, con el cambio del paradigma del periodismo, el periodista promedio actual goza de un mejor nivel económico; tiene carro y se comunica sin problemas con su oneroso Smartphone. Por supuesto, que tanto antes como ahora, ha habido excepciones.

Pero no es la crí­tica hacia la comercialización del periodismo la que pretende hacer. Realmente, mi objetivo es resaltar la necesidad imperante del ciudadano de que esté bien informado. Hessel, en “¡Indignaos!”, resalta este valor del periodismo. Y es que los tiempos actuales son mejores en condiciones de vida, pero también son más corruptos. A pesar de los mecanismos de fiscalización, la corrupción se ha sofisticado, y bien dicen que sabe más el diablo por viejo que por diablo, es sorprendente la capacidad de los corruptos para idear nuevas formas para evadir los controles.

El periodismo, a pesar de la excesiva comercialización que ha sufrido, sigue teniendo el prestigio de antes, pese a que algunos ya no se merecerí­an esa confianza del lector.

Es notable que muchos ciudadanos, en búsqueda de saciar su sed de información y de comprender lo que está pasando, están consultando otras fuentes, como los blogs y periódicos alternativos. Algunos de éstos son muy buenos y dicen lo que los periódicos no se atreven, pero en otros casos es contraproducente, porque mal informan. Pero ello sólo demuestra que hay lectores que ciertamente sí­ les interesa comprender, y no sólo comprar periódicos para buscar empleo o comprar un carro.

Pero el periodismo del siglo XXI tiene muchos retos que cumplir. Por ejemplo, saber manejar la sobreinformación que sufrimos; también buscar ese equilibrio entre los objetivos comerciales y la independencia de la información. Y, sobre todo, evitar el utilizar los medios de comunicación como canales para promover información de interés personal y comercial, como ha sido evidente, sobre todo con relación a intereses polí­ticos, especialmente en las últimas Elecciones.

Concluyo con una cita de Kapuscinski: “El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”. Feliz dí­a del periodista y agradezco a esos ciudadanos conscientes que buscan informarse para comprender la realidad.