Ocho hombres fueron acusados como resultado de una operación policial encubierta que, según los investigadores, pone de relieve una nueva táctica por medio de la cual contrabandistas de migrantes nunca cruzan la frontera desde México.
En lugar de ello, utilizan teléfonos celulares desde cimas de montañas cercanas para dar instrucciones en tiempo real a sus clientes mientras los guían a cada paso de su difícil viaje por el desierto para ingresar a Estados Unidos.
Los acusados eran parte de una de las primeras bandas de contrabandistas de inmigrantes desmanteladas en la frontera Estados Unidos-México que utilizan exclusivamente teléfonos celulares para realizar su trabajo ilícito, en lugar de usar guías a pie, como lo hacen otras organizaciones criminales, dijo Derek Benner, agente especial del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) a cargo de las investigaciones en San Diego. Los arrestos ocurrieron el martes y miércoles en el área de Los íngeles.
Como regla general, los contrabandistas siguen utilizando guías a pie, pero los teléfonos celulares están apareciendo más frecuentemente en áreas donde las cimas de montañas mexicanas ofrecen vistas hacia Estados Unidos. Los vigías mantienen a sus clientes en senderos bastante recorridos y alejados de agentes de la Patrulla Fronteriza.
Las autoridades estadounidenses dicen que han divisado a estos nuevos «polleros» (contrabandistas) más frecuentemente durante el último año, mientras la cobertura de telefonía celular se expande a las partes más remotas del país y los aparatos son cada vez más asequibles, con un costo menor a 50 dólares.
«La tecnología es ahora el guía, no un individuo que tiene que tratar de regresar a México cuando la Patrulla Fronteriza los detenga», señaló en una entrevista Mike Fisher, jefe de la Patrulla Fronteriza.
Mientras las autoridades estadounidenses tratan de saber qué tan común es el uso de celulares y qué bandas de contrabandistas los están utilizando, éstas enfrentan nuevos retos. Ya no pueden presionar al guía a pie para que proporcione información valiosa, como por dónde caminan, dónde se ocultan, cómo ubican a agentes fronterizos y para quién trabajan en México.
Además es más difícil procesarlos por cargos de contrabando porque los guías están seguros fuera de alcance, al sur de la frontera.
La investigación que culminó en la queja federal revelada el miércoles comenzó en Jacumba, un pueblo marginado de unas 500 personas construidas en torno a una calle principal de tres cuadras con negocios abandonados, un almacén y un viejo motel.
La población, a unos 120 kilómetros (75 millas) al este de San Diego, se convirtió en un corredor popular para los cruces ilegales después de que la vigilancia en las ciudades fronterizas durante la década de 1990 empujó a los migrantes a zonas remotas.
Hasta los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, los residentes podían caminar fácilmente a través de la frontera desde Jacume, otro pueblo mexicano de más o menos el mismo tamaño. Una valla de postes muy juntos levantada hace unos años hizo más difícil cruzar, pero los migrantes utilizan escaleras, incluso a plena luz del día.
En abril del 2010, la Patrulla Fronteriza comenzó a observar que conductores en automóviles alquilados llevaban a los migrantes desde Jacumba hasta el área de Los íngeles. Llegaron a la conclusión de que observadores desde cimas de montañas en México estaban guiando a los clientes a una finca blanca en las afueras de Jacumba para esperar a los conductores, con la ayuda de binoculares y teléfonos.
Desde las cimas de montañas áridas, los observadores pueden ver a varios kilómetros de distancia y vigilar cada paso. Sólo hay unos 300 metros entre la valla fronteriza y un grupo de graneros y silos. Los observadores envían indicaciones tras una caminata que toma sólo unos minutos, en comparación con los tres o cuatro días que a veces les toma a los migrantes llegar a la autopista Interestatal 8 en algunas partes de California.
«Ellos les dicen que corran, se sienten, se escondan en un arbusto o eviten unas rocas», dijo Daniel Page, agente especial asistente del ICE a cargo de las investigaciones en San Diego.
Los conductores que fueron detenidos y procesados llevaron a los investigadores del servicio de inmigración y la Patrulla Fronteriza a unos primos en el suburbio de Santa Ana, en Los íngeles, que eran sospechosos de tener tratos con contrabandistas mexicanos para recoger a los inmigrantes cuando entraban a Estados Unidos. Los identificaron como inmigrantes del estado mexicano de Michoacán sin autorización legal para estar en el país.
Los guías a pie también están siendo reemplazados por teléfonos celulares en otras remotas regiones fronterizas, incluyendo el desierto de Arizona y el Valle Imperial de California, donde el cerro Centinela, del lado mexicano, permite imponentes vistas, dijeron funcionarios de la Patrulla Fronteriza. Los polleros que operan a través de teléfonos celulares también se han posicionado en territorio estadounidense.
La ampliación de la cobertura celular no sólo tiene consecuencias para los contrabandistas. Los agentes de la Patrulla Fronteriza ahora pueden comunicarse con mayor facilidad. Grupos de ayuda humanitaria que tienen la esperanza de reducir el número de migrantes que mueren cada año al cruzar la frontera han defendido enérgicamente una mayor cobertura, pues argumentan que ofrece un salvavidas para llamar al 911 y pedir ayuda.