Gratuidad inexistente


Editorial_LH

Hoy publicamos una entrevista con el futuro ministro de Salud Pública, doctor Francisco Arredondo, en la que aborda el tema de la gratuidad de los servicios de salud. Cierto es que la Constitución obliga a que sea gratuita la atención a los guatemaltecos en todo el sistema de salud, pero también lo es que entre carencias financieras y malos manejos administrativos, nunca alcanzan los recursos para cubrir la demanda y por ello los enfermos no reciben atención adecuada.

 


Un servicio gratuito que se presta deficientemente no es un buen servicio y eso es lo que no ha explicado este gobierno cuando hace su propaganda sobre la gratuidad de la salud y la educación. En ambos casos ciertamente se eliminaron cobros, pero no se aseguró calidad en el servicio y entonces para la gente no hubo verdadera ganancia. Somos totalmente contrarios a la idea de los patronatos que se pusieron de moda en gobiernos anteriores y que obligaban al paciente a cubrir gastos cuando requerí­a atención, pero tampoco estamos de acuerdo con un sistema nominalmente gratuito que no puede proveer de medicinas e insumos a los enfermos.
 
 Insistimos en dos razones puntuales. La falta de recursos secular de nuestra administración pública y los robos que se cometen cuando mediante el contrato abierto (supuesto mecanismo de transparencia), los fabricantes de medicinas cobran un ojo de la cara al Estado con precios muy superiores a los del mercado en uno de los más sanguinarios negocios que hay en todo el paí­s y que se viene practicando desde hace muchos años.
 
 El general Pérez Molina sabe perfectamente cómo se manejaron los medicamentos en tiempos de Ramiro de León Carpio y por lo tanto conoce ese negocio macabro que lucra con la enfermedad de la gente más necesitada del paí­s. Lo mismo ocurre con su ministro de Salud, Francisco Arredondo, médico y empresario que está al tanto de esos arreglos que hay entre los proveedores para repartirse la vaca.
 
 Cierto que hay robo de medicinas en los hospitales y otros problemas administrativos parecidos, pero esos terminan siendo casi insignificantes en comparación con los millonarios negocios que hay alrededor de la proveedurí­a en general. Eso es lo que se tiene que atacar porque la gratuidad será posible y real cuando haya garantí­a de que los enfermos que requieren atención serán bien tratados y curados, no cuando los ven de gratis para mandarlos de vuelta a su casa sin un examen y sin ningún tratamiento adecuado para la curación de sus dolencias. Gratuidad como esa es de pacotilla, útil para la propaganda barata pero no para salvar vidas.

Minutero:
Se viene su cita con la historia 
con el ascenso al poder; 
si no sabe trascender 
terminará con la escoria