«Miserable»


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Con este concreto, expreso y explí­cito calificativo, Alfonso Portillo se refirió al hecho que ílvaro Colom se haya allanado y firmado la autorización para que en un momento dado, salvo que las cortes norteamericanas desistieran por las irregularidades que existen al respecto, fuera posible su extradición a ese paí­s para ser sometido a cortes estadounidenses.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

 


¿Será posible que los asesores de ílvaro Colom, como son el Ministro de Relaciones Exteriores y el Procurador General de la Nación, no hayan podido explicarle y él comprender que la Corte de Constitucionalidad condicionó especí­fica y expresamente para que el presidente que le correspondiera autorizar o no la extradición del ciudadano Alfonso Portillo, previamente exigiera, en respeto a nuestra soberaní­a, tres condiciones irrenunciables?

Primero: que el paí­s solicitante cumpliera, por escrito, en comprometerse a respetar la Convención de Derechos Humanos. La Corte no le estaba preguntando a los Estados Unidos si ellos habí­an suscrito o no dicha convención, le estaba poniendo un requisito previo al presidente y a Estados Unidos.

Segundo: Si en un momento dado las cortes competentes encontraban culpable del supuesto delito cometido en territorio norteamericano por Alfonso Portillo, la pena que le impusieran serí­a de preferencia cumplida en Guatemala y,

Tercero: Si es que fuera encontrado inocente o culpable, Alfonso Portillo no podrí­a ser entregado a un tercer paí­s que lo reclamara, como fue en el caso Noriega de Panamá, sino que deberí­a ser devuelto a Guatemala donde ese tercer paí­s tendrí­a que plantear su reclamo de extradición.

La Corte de Constitucionalidad también estableció que el responsable de velar por el cumplimiento de esas condiciones era el Procurador de Derechos Humanos, nombrado y representante del Congreso de la República. A pesar de todo ello, nuevamente ílvaro Colom se doblega y vuelve a evidenciar que su comportamiento no es el que se espera de un presidente. ¿Acaso el presidente Gerald Ford no le otorgó al presidente Richard Nixon, inmediatamente que asumió, una amnistí­a que evitó que éste pudiera ser acusado, perseguido o condenado por lo que habí­a realizado? En Guatemala existen antecedentes de múltiples amnistí­as polí­ticas, fiscales, penales y administrativas otorgadas por el Congreso. Quién les ha dicho a los funcionarios del Ejecutivo que es irrespetar al Organismo Judicial el no autorizar una extradición o más aún la facultad soberana que en muchos paí­ses existe el perdón, el olvido o la amnistí­a. ¡Claro que para eso se necesita tener los atributos, el valor y la hombrí­a suficiente!

Estoy seguro y así­ lo conversábamos en una reunión de colegas abogados, donde algunos de ellos tení­an grado militar, que el presidente electo Otto Pérez Molina no se hubiera doblegado, arrastrado y subordinado a los designios de un embajador extranjero.

Menos mal que no todo está dicho, el Procurador de Derechos Humanos, la Corte de Constitucionalidad deben terciar al respecto y exigir el respeto a lo resuelto, considerar que la decisión de Colom es nula, por cuanto se aparta de las condiciones establecidas por la Corte de Constitucionalidad y por pretender ignorar a la Procuradurí­a de los Derechos Humanos. Es evidente que Guatemala no es España, no es Suiza, ni es Austria, que coincidentemente han rechazado el pedido de extradición de las personas que supuestamente son responsables de las muertes de los parlamentarios centroamericanos, los asesinatos en Pavón y en el Infiernito.

Moraleja: La historia comprobará que Colom nunca ha sido gavilán, que su figura y comportamiento miserable es de zopilote.