Problemas para Disneyland Parí­s


Celebración. Cientos de personas participaron en Parí­s de las actividades del aniversario de Disneyland en Marne-la-Valle.

El parque de atracciones Disneyland Parí­s, primer destino turí­stico europeo, celebra mañana 15 años de actividad: Mickey ha superado la desconfianza inicial y ha conquistado al público pero también ha vivido una serie de problemas financieros y numerosos conflictos sociales.


Con 175 millones de clientes desde que abrió sus puertas el 12 de abril de 1992 a las 9:00 locales, el parque de atracciones recibe tantas visitas anuales como el museo del Louvre y la torre Eiffel juntos, destacan las autoridades francesas.

Disneyland Parí­s se ha impuesto como primer destino turí­stico de Europa, con 12,8 millones de visitantes en 2006. Un éxito comercial y al mismo tiempo un fracaso financiero, subrayan expertos del sector.

Alentado por el socialista Laurent Fabius, a la sazón primer ministro, Walt Disney eligió Marne-la-Vallée, a unos 30 km al este de Parí­s, después de dudar entra Francia y España.

El Estado francés echó mano al bolsillo, con 650 millones de euros. «Fue una genialidad. Disney negoció la prolongación del suburbano y la construcción de una estación TAV» (tren de alta velocidad, recuerda uno de sus pioneros.

La inversión privada fue diez veces superior, lo cual repercutió en las cuentas de la joven sociedad, que fue deficitaria los tres primeros años, antes de empezar a dar beneficios en 1995.

La inauguración en 2002 de un segundo parque temático, dedicado al mundo del cine, Walt Disney Studios, con una inversión de 610 millones de euros, volvió a poner a la sociedad en números rojos, sin que aumentara la frecuentación.

Desde un principio, el clima social fue explosivo, se multiplicaron las denuncias sobre las condiciones de trabajo y las huelgas de los animadores ataviados para los desfiles perturbaron la «magia» del reino de Mickey, aunque sin llegar a bloquear su explotación.

El tí­tulo entra en Bolsa en 1989 y seduce a numerosos accionistas pequeños sensibles al simpático ratoncito. Pero la euforia da paso rápidamente a la decepción con la caí­da en picado de la acción, que hoy en dí­a sólo vale nueve céntimos de euro.

Este estatuto poco envidiable de «penny-stock» le valió a Euro Disney en noviembre los asaltos del pequeño holding suizo Center-Tainment, que anunció una OPA hostil contra la sociedad dueña de los parques, sin llegar a pasar al acto.

La agitada historia de Euro Disney, a imagen de sus montañas rusas, está marcada por un baile sucesivo de presidentes al mando de la empresa: el norteamericano Karl Holz es el sexto.

Dos planes de salvación, negociados en 1994 y 2005 con los bancos y Walt Disney, alivian las cuentas de una sociedad al borde del abismo financiero y reducen la pesada deuda a 1.900 millones de euros.

En la aventura Euro Disney, «todo el mundo sale beneficiado, los bancos, el Estado que querí­a atraer a inversionistas, Walt Disney que recibe royalties… pero los grandes perdedores son los accionistas modestos», comenta un buen conocedor del expediente que reclama anonimato.

Si la fábrica de sueños casi ha duplicado su volumen de negocios en 15 años, a 1.088 millones de euros, el reparto de beneficios, con los consiguientes dividendos para los accionistas, se hace esperar.

«Todaví­a queda mucho trecho antes de ser rentables», reconoció el director financiero Ignace Lahoud en la asamblea general de accionistas de febrero.

Mientras, otro megaproyecto, Villages Nature, se perfila de aquí­ a 2010, un complejo de residencias turí­sticas cerca de Disneyland con el grupo francés Pierre et Vacances.

Si se confirma, será el proyecto turí­stico más importante en la región desde la creación del parque de atracciones.