Nos merecemos lo mejor


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 Hemos terminado un ciclo con la elección a Presidente en el que los guatemaltecos cada cuatro años inevitablemente nos vemos arrastrados.  Es un perí­odo en el que nos enfrentamos unos con otros en busca de elegir al que consideramos mejor –o menos peor– para conducir los destinos del paí­s.  La suerte está echada, no hay nada más que hacer, tenemos que seguir adelante y tratar de contribuir para que todo marche bien.

Eduardo Blandón

 


Me parece deseable que el partido vencedor renuncie al discurso confrontativo y lejos de continuar una guerra de guerrillas verbal y factual, se concentre en jugar el ajedrez polí­tico para mejor gobernar.  Creo que les va a costar, porque tanto tiempo de violencia abierta, las heridas están frescas y el discurso está a flor de piel.  Pero, como he dicho, no se deben desgastar los lí­deres en arengas anodinas y desafortunadas.
 
 La población también tiene que hacer borrón y cuenta nueva.  Considerar que somos todos guatemaltecos y nos urge unirnos para sacar adelante el paí­s.  Cada uno debe concentrarse en sus oficios propios: los maestros a enseñar, los estudiantes a estudiar y los obreros a trabajar, para construir desde las posibilidades propias la nación.  El futuro de Guatemala, como se ha dicho hasta la saciedad, depende del esfuerzo de cada ciudadano.
 
Es oportuno que nos esforcemos no sólo por llevar dinero a casa, sino también –o sobre todo– en ser felices.  La satisfacción personal debe destacarse en el proyecto personal, no es accesoria la idea.  El negocio de nuestra vida es la dicha de sentirse contento y pleno con lo que se es y hace cada dí­a.  Una existencia vací­a es un fracaso cósmico que nos afecta directamente a todos en Guatemala.
 
Punto uno, trabajar con alegrí­a, sintiéndose feliz en el quehacer diario.  Punto dos, considerar la vida interior para encontrar paz y sosiego en la vida.  El propósito final es la dicha.  La felicidad irradiará a todos y contribuirá a que nos sintamos contentos.  Un sujeto contento contribuye a lograr una nación realizada.  Un pueblo realizado es lo mejor que le puede suceder a una sociedad.  Pero para esto, cada uno debe esforzarse porque depende un poco de la actitud propia.
 
En la ecuación de la vida plena, son importantes los polí­ticos.  Si somos hijos de las circunstancias, según Ortega, mucho pueden ayudar quienes ejercen el poder para eliminar los obstáculos de lo que aleja el bienestar.  Por esto, no es desafortunado que los gobernantes se preocupen por el empleo de todos los ciudadanos, no se puede ser feliz en la vagancia.  Es oportuno que vigilen la seguridad, no podemos estar contentos si nos asaltan en cada esquina.
 
 Las elecciones terminaron.  Ojalá los gobernantes se concentren en su oficio y no sólo no abusen con la autoridad que se les ha dado, sino que construyan, propongan y realicen proyectos de bienestar para todos.  Es importante que sean listos y no repitan los errores del pasado.  Renovemos las esperanzas y colaboremos con nuestro propio esfuerzo.  Guatemala se merece lo mejor.  Nosotros también.