Permanecer encerrados dentro de módulos hacinados y sin ventanas durante casi año y medio, bajo la vigilancia las 24 horas de varios científicos, fue un desafío muy duro para una tripulación internacional de seis investigadores que simularon una misión a Marte. Los conejillos de indias humanos, que completaron un viaje simulado de 520 días al planeta rojo, dijeron hoy que se ayudaron a sobrellevar el reto de la fatiga y el estrés del aislamiento con varios métodos simples: ejercitarse, leer libros y aprender idiomas, pero sobre todo mantenerse ocupados con el trabajo.
La tripulación de tres rusos, un francés, un ítalo-colombiano y un chino pareció animada y feliz en su primera conferencia de prensa después de dejar su encierro el viernes pasado.
«Yo quería participar en una aventura muy interesante y también hacer algo útil para la humanidad. Ahora me siento feliz de haber tenido éxito», dijo el líder del equipo, el ruso Alexey Sitev.
Agregó que no hubo conflictos entre los miembros gracias a un eficiente entrenamiento sicológico antes de la misión.
«En realidad pensé que me sería más difícil y estresante, pero me sorprendió lo bien que fue», dijo Sitev, un ex buzo de la Armada rusa de ojos azules y voz suave.
Sitev, quien se casó apenas unas semanas antes del inicio de la misión, dijo que su esposa aceptó estoicamente su ausencia.
«Claro que ella hubiese querido que me quedara en casa, pero confió en mí y sentí que ella tenía que lidiar con eso, porque era necesario que yo participara», añadió.
Los científicos dijeron que el régimen de tanto tiempo sin luz natural ni aire fresco estresó a los miembros del equipo a medida que se cansaban cada vez más de la compañía de los demás. Advirtieron, sin embargo, que los retos del aislamiento fueron más fuertes en esta misión simulada que en una real, debido a que este experimento careció de la euforia y el riesgo de un verdadero vuelo espacial.
Un vuelo real a Marte está lejos todavía debido a varios desafíos, entre ellos la creación de un escudo protector compacto para la mortífera radiación espacial.
El jefe de la misión, el cosmonauta Boris Morukov, dijo que la segunda mitad de la investigación fue la más difícil, porque superaron los desafíos iniciales de aprender a lidiar con equipos científicos y las jornadas se hacían cada vez más monótonas.
Morukov dijo que a cada miembro de la tripulación se le pagarán alrededor de 100.000 dólares por participar en la misión.
Junto con más de 100 experimentos científicos que los mantuvieron ocupados la mayor parte del día, los tripulantes vieron películas, jugaron en computadora y celebraron festividades juntos.
Urbina dijo que las redes sociales les ayudaron a relajarse. «Había retroalimentación, como la de los niños que sueñan con ir a Marte y que te dicen muchas cosas agradables, muchas cosas acerca de sus propios sueños, y eso te da un montón de impulso para seguir adelante», afirmó.