Los derechos humanos son de todos


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Por fin se despejó la incógnita, los guatemaltecos tenemos un presidente electo para los próximos cuatro años, ¿pero con ello se acabarán los conflictos entre nosotros o vamos a seguir como perros y gatos con o sin acuerdos de paz? Pregunto lo anterior, porque la respuesta a las improcedentes demandas judiciales de genocidio contra varios Generales en retiro del Ejército no se hizo esperar; el hijo del coronel Ricardo Méndez Ruiz, quien fuera Ministro de Gobernación en el año 1982, seguramente harto de ver tantas demandas a todas luces improcedentes, decidió recurrir a los tribunales de Justicia para presentar una querella en contra de 26 exintegrantes de los grupos clandestinos EGP Y PGT por haber sido ví­ctima de secuestro, tortura, desaparición forzada en grado de tentativa, delitos contra los deberes de humanidad y terrorismo.

Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

 


Es decir que actuó con el mismo principio enunciado en el titular de este comentario: “Los derechos humanos son de todos”.

Y es que éstos existen en virtud del origen común de la persona y no por otra cosa. El Papa Benedicto XVI dijo en la Asamblea General de las Naciones Unidas del año 2008, que los derechos que emanan de la Declaración Universal se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. “Arrancar los derechos humanos de este contexto significarí­a restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrí­a variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, polí­ticos, sociales e incluso religiosos”.

En ese mismo discurso, Su Santidad se refirió a la intuición de San Agustí­n de Hipona, al citar la máxima: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”, cosa que ahora se hace evidente en nuestro medio como una clara respuesta a la actitud totalmente equivocada que busca terminar con una sociedad, en vez de reconstruirla, a pesar de estar cayéndose en pedazos. De ahí­ que insista en decir que hoy más que nunca en nuestro paí­s el buen discernimiento se hace una virtud indispensable.

No hace mucho que se publicó una encuesta de opinión en que la mayorí­a de los entrevistados tení­a el concepto de que Guatemala iba para atrás y es muy cierto. ¿Qué otra respuesta se puede obtener de un pueblo que vive inseguro, cuando todo se ha venido deteriorando, desde las carreteras, pasando por los hospitales, siguiendo con las escuelas y terminando con la justicia? Es hora entonces de ponernos a trabajar en la reforma del Estado, empezando por poner orden y reconstruir no sólo los daños ocasionados por accidentes de la naturaleza, sino por el permanente conflicto social que está a punto de volver a hacer explosión por no haberse prevenido a tiempo. ¡Por Dios! ¿Hasta cuándo nos vamos a dar cuenta?