En este tranquilo pueblo al lado de un río en el noreste de Florida, Betty Wills, de 86 años, puede ver anuncios de obstetras y ginecólogos en las carteleras publicitarias que flanquean las principales calles, mientras que en la guía telefónica se encuentran especialistas que van desde cardiología hasta cirujanos.
Sin embargo, no hay un solo geriatra, un médico especializado en tratar a los ancianos, en todo el condado de Putnam, donde una quinta parte de los 74.000 habitantes del condado son personas de edad avanzada.
«Busqué», dijo Wills. «No encontré a ninguno».
Hay una escasez nacional de geriatras y la situación va a empeorar, ya que los 70 millones de personas que nacieron entre 1946 y 1965 llegarán a la ancianidad en los próximos lustros. Esta generación de estadounidenses es conocida como «baby-boomers», ya que nacieron en la etapa de explosión demográfica y auge económico que vivió el país durante la posguerra.
La Sociedad Estadounidense de Geriatría dijo que actualmente hay apenas un geriatra por cada 2.600 personas de 75 años o más. Sin un cambio drástico en la cantidad de médicos que opten por esta especialidad, se proyecta que la proporción caiga a un geriatra por cada 3.800 estadounidenses mayores para el año 2030. Con los pediatras, hay alrededor de uno por cada 1.300 estadounidenses menores de 18 años.
Los geriatras serían héroes anónimos de la medicina. Entienden cómo es que el cuerpo y la mente de una persona mayor funcionan diferente. Escuchan más pero se les paga menos. Tienen los conocimientos para aliviar los padecimientos de sus pacientes para que vivan más plenamente y satisfechos de sus vidas.
Aunque no todas las personas mayores necesitan un geriatra, el entrenamiento de estos médicos suele ofrecer mejores herramientas para responder cuando un paciente mayor tiene múltiples problemas médicos.
Sin embargo, hay pocos médicos atraídos por esta especialidad y algunos otros que huyen de ella. Así, la disparidad entre el número de geriatras y la población a la que atienden está destinada a crecer todavía más drásticamente.
«Somos una especie en peligro de extinción», dijo la doctora Rosanne Leipzig, una reconocida geriatra en el Centro Médico Monte Sinaí en la ciudad de Nueva York.
Los geriatras están entre las especialidades médicas peor pagadas, con un salario promedio de 183.523 dólares al año, de acuerdo con la Asociación de Administración de Grupos Médicos, que hace un seguimiento de los salarios de los doctores. Suena a mucho dinero, pero muchas otras especialidades pueden ser hasta dos o tres veces mejor pagadas, mientras que el doctor promedio se gradúa con una deuda de préstamo escolar de unos 160.000 dólares.
Muchos jóvenes médicos no están recibiendo siquiera el entrenamiento básico para atender a pacientes mayores. Sólo 56% de los estudiantes de medicina tuvieron rotación clínica en geriatría durante 2008, de acuerdo con el estudio.
Hay varios esfuerzos en el país enfocados a incrementar tanto el número de médicos que escojan la especialidad de geriatría, como el nivel de entrenamiento médico en general para atender a pacientes ancianos.
La revisión de la ley federal de salud incluye también una serie de disposiciones destinadas a aumentar la atención geriátrica. El año pasado, según la ley, 85 subvenciones por un total de 29,5 millones de dólares financiaron diversos programas de formación en geriatría para médicos, dentistas, profesionales de salud mental y otros trabajadores de la salud.
Por ahora, sin embargo, la escasez continúa.