Matan de tres tiros a Alfonso Cano, jefe de las FARC


Inter18_1

Tras dos años de seguimientos e interceptaciones a las comunicaciones de sus colaboradores más cercanos, el jefe de las FARC, Alfonso Cano, cayó desarmado al recibir tres balazos de fusil del Ejército, según detalles del operativo militar revelados el sábado.

Por LIBARDO CARDONA Y CESAR GARCIA BOGOTA / Agencia AP

Funcionarios narraron cómo el jefe rebelde fue muerto de tres tiros de fúsil, probablemente de un Galil de tropas de asalto del Ejército que llevaban varios tipos de arma y munición.

Los balazos impactaron a Cano en el lado derecho del cuello, en la ingle y en la cadera.

Las tropas se confundieron al ver al buscado jefe de las FARC sin su tradicional espesa barba, pero para agentes del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalí­a General, y que fueron llevados a la zona para identificar el cuerpo a través de las huellas dactilares, no cabí­a duda: el cadáver que se encontraron anoche en un paraje de la localidad de Suárez, en el departamento de Cauca, a unos 350 kilómetros al suroeste de Bogotá, era el de Cano.

«Al ‘ojimetro’ (o a primera vista), sabí­amos que era él; como (su muerte) no fue con bomba, el cuerpo no estaba destrozado», dijo Maritza González, directora nacional del CTI de la Fiscalí­a.

Desde hace dos años, narró la funcionaria, seguí­an las pistas del jefe rebelde. Con información de guerrilleros desmovilizados interceptaron al menos 300 lí­neas telefónicas que eran usadas por los colaboradores de Cano, pero no del mismo lí­der rebelde que escasamente usaba celulares o satelitales.

«Era muy complicado que lo escucháramos (por teléfono) a él (Cano); eran lí­neas (telefónicas) de gente muy cercana a él. Era gente de su seguridad más que todo», dijo González.

Varias operaciones ubicaron en el pasado el sitio donde estaba Cano pero fallaron entre otras razones por el clima: intensas lluvias y las escarpadas montañas de la región lo ayudaron a escapar, dijo González.

«Cano se escapó antes porque le favoreció el clima; esa época de invierno (de lluvias) fue fatal para nosotros; la suerte estuvo del lado de él», agregó.

La buena estrella acompañó a Cano hasta la mañana del 4 de noviembre, horas antes de ser liquidado habí­a logrado sobrevivir a un bombardeo de la Fuerza Aérea porque «la bomba no pegó en la casa en donde él estaba», dijo González.

Entonces el jefe guerrillero, visto como del ala intelectual de las FARC, «salió sanito con otras dos personas» del bombardeo perpetrado por aviones Tucano.

«Todo parece indicar que se escondió todo el dí­a», narró González.

Pero la buena suerte se le acabó.

«Anoche, a las ocho de la noche, salió solito» y caminó a un pequeño riachuelo. «El tipo parece que se desorientó y los centinelas (militares) que estaban haciendo el cubrimiento por tierra lo observaron» y hubo un combate entre algunos guerrilleros del cerco de seguridad de Cano y los militares y allí­ cayó el jefe rebelde herido de muerte, agregó la funcionaria.

El lí­der insurgente estaba desarmado, dijo González.

Fueron cinco militares los que rodearon a Cano, explicó el comandante de la Aviación del Ejército, general Gabriel Rey. Pero en la zona estaban al menos 80 militares.

Junto a Cano cayeron otros tres rebeldes (dos hombres y una mujer), detallaron Rey y la directora del CTI. Inicialmente las autoridades habí­an informado de otro guerrillero muerto, pero los funcionarios aclararon que fueron sólo tres.

En el área donde estaba el jefe rebelde las autoridades encontraron siete computadoras, 39 memorias USB y 194 millones de pesos (unos 102.000 dólares), según ha dicho el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, al resaltar que todas las operaciones en contra a Cano fueron planeadas y ejecutadas por personal colombiano.

Las autoridades mantienen en reserva el tipo de información contenida en esos computadores y dispositivos de almacenamiento, que en el pasado, en el caso de otros jefes rebeldes abatidos, han sido cruciales para conocer relaciones, acciones y planes de las FARC.

Sin embargo, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos ha guardado con sigilo el contenido de 14 laptops y 60 memorias USB hallados en el campamento de Jorge Briceño, alias Mono Jojoy, el jefe militar de las FARC, abatido en septiembre del 2010 en el sur del paí­s.

El material de correos y mensajes hallado en los al menos tres computadores de Raúl Reyes, el primer miembro del «secretariado» o comando colegiado de siete miembros, abatido por la fuerza pública en marzo de 2008, fue publicado parcialmente por el entonces gobierno del presidente ílvaro Uribe (2002-2010), lo cual evidenció relaciones de las FARC con funcionarios de gobiernos como el de Venezuela y Ecuador, entre otros, que causaron crisis en los lazos diplomáticos.

Al inicio de su gobierno en agosto del 2010, Santos se dedicó a enmendar relaciones con Caracas y Quito y a partir de entonces privó la discreción respecto al contenido de las computadoras del Mono Jojoy.

Santos se apresuró a decir que a pesar de que la muerte de Cano es un golpe para las FARC, se deben evitar los excesos de triunfalismo.

«Gracias (a) su perseverancia (de los militares y policí­as), a su coraje, se logró este gran golpe. Un golpe histórico para las Fuerzas Armadas de Colombia», dijo el presidente la noche del viernes en una breve declaración desde el balneario de Cartagena.

Pero, «no debemos ser triunfalistas. Todo lo contrario: debemos perseverar. Debemos insistir hasta traerles a los colombianos un paí­s en paz. Un paí­s donde todos, unidos, podamos trabajar por un futuro mejor», agregó.

Con Santos coincidió el ex alto comisionado para la Paz, Camilo Gómez, quien dijo en diálogo telefónico el sábado que «para las FARC este es simplemente un hecho más de la guerra».

Pero para Fernando Londoño, ex ministro del Interior (2002-2003), «las FARC se acabaron, este es el golpe definitivo… como institución con algún espí­ritu polí­tico».

En su concepto, «no es posible que las FARC consigan un nuevo lí­der».

El gobierno de Santos ha mantenido estar dispuesto a dialogar siempre que los rebeldes muestren querer la paz a través de gestos como liberar a todos los secuestrados en su poder.

SEMBLANZA
Ideólogo de las FARC


El jefe de las FARC Guillermo León Sáenz, alias Alfonso Cano, visto como el intelectual y uno de los ideólogos de este grupo rebelde, fue abatido el viernes. Tení­a 63 años.

De barba espesa y lentes, tez morena y suaves maneras en público, Cano nació en Bogotá el 22 de julio de 1948 en una familia de clase media. Su padre era agrónomo y su madre pedagoga.

Estudió antropologí­a en la Universidad Nacional y fue dirigente de la Juventud Comunista entre 1974 y 1980.

Se integró a las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a finales de la década de 1970, cuando las autoridades lo buscaban por su participación en mí­tines de protesta que organizaba en las calles cercanas a la universidad, donde se enfrentaban a piedra con la policí­a.

Una vez en la clandestinidad, adoptó el nombre de guerra de Alfonso Cano y ascendió rápidamente en la jerarquí­a insurgente, hasta que fue uno de los hombres de confianza de Jacobo Arenas, el más connotado ideólogo que ha tenido esa guerrilla y quien traspasó sus conocimientos de polí­tica rebelde a Cano.

Arenas murió en agosto de 1990 y Cano pasó a ocupar el cargo polí­tico dentro de las FARC y el «secretariado», como se conoce la máxima jefatura de siete miembros de esa guerrilla, nacida en 1964.

Cano encabezó las negociaciones de paz con el gobierno colombiano en Caracas, Venezuela en 1991 y en Tlaxcala, México en 1992, diálogos que no tuvieron éxito.

Durante las negociaciones de paz en territorio colombiano con el gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002), Cano fue muy discreto en sus apariciones por considerar que ese proceso no llegarí­a a feliz término.

Los diálogos de paz se interrumpieron abruptamente en febrero de 2002, luego de que las FARC secuestraron un avión en pleno vuelo y lo hicieron aterrizar en la región donde se realizaban las negociaciones. En la nave estaba el senador Luis Eduardo Gechem, quién sólo fue liberado hasta el año 2008.

Molesto por la acción insurgente, Pastrana ordenó el reingreso de la fuerza pública a los 42.000 kilómetros cuadrados que habí­an estado libres de presencia de militares y policí­as desde fines de 1998 por exigencia rebelde, para iniciar los diálogos de paz.

Durante esos años de negociaciones en aquella vasta zona, Cano concedí­a entrevistas a los medios para explicar las viejas demandas de la guerrilla por una «sociedad con justicia social».

Sentado detrás de un gran pintura que mostraba los ojos del Libertador Simón Bolí­var, Cano se mostraba en su tradicional ropa de camuflado y pistola colgada de la axila y daba grandilocuentes respuestas mientras exhalaba incesantemente bolas de humo de cigarrillos Marlboro.

Los detalles sobre su vida privada en las filas rebeldes eran desconocidos o imprecisos, como en la mayorí­a de los casos de jefes rebeldes. Sí­ se le vio a lo largo de distintos diálogos de paz en compañí­a de una joven rebelde identificada sólo como Lucero.

Según datos de la Fiscalí­a General, sobre Cano pesaban al menos 12 sentencias condenatorias y 142 órdenes de captura por delitos como secuestro, rebelión, daño en bien ajeno, homicidio y hurto.

Entre esas condenadas estaba una pena de 40 años de prisión impuesta en el 2009 por un ataque rebelde en julio de 1999 al poblado de Puerto Lleras, en el sureño departamento de Meta, y en el que murieron 10 civiles y 11 policí­as, mientras 28 uniformados fueron retenidos por la guerrilla.

También tení­a una condena de 40 años de cárcel en un fallo penal del 2008 por la explosión de un carro bomba en un exclusivo club de Bogotá en febrero de 2003 en la que murieron 36 personas y otras 158 resultaron heridas, de acuerdo con la Fiscalí­a.

Tras la muerte por causas naturales en marzo del 2008 de Pedro Antonio Marí­n, alias «Manuel Marulanda» o «Tirofijo», Cano fue elevado a la máxima jefatura dentro del secretariado de las FARC.

Fue entonces cuando oficialmente reiteró que las guerrillas siempre estaban dispuestas a una negociación de paz.

«Reiterar una vez más que creemos en la solución polí­tica, que creemos en el diálogo (…) el diálogo es la ruta», dijo Cano al inicio de una grabación de tres minutos y 57 segundos con fecha de agosto de 2011, divulgada por el portal Agencia de Noticias Nueva Colombia (Anncol), que suele difundir pronunciamientos de los rebeldes.

«La confrontación en Colombia se ha prolongado demasiado» y «como revolucionarios que lo hemos entregado todo por nuestros ideales y el bienestar del pueblo, persistimos en la solución polí­tica del conflicto», dijo Cano en una entrevista con el diario español Público conocida en junio del 2011.

Aprovechó en esa ocasión para negar cualquier relación de las FARC con el narcotráfico, algo que era admitido por algunos rebeldes de mediano rango y ha sido una permanente acusación del gobierno colombiano y de Estados Unidos.

Las fuentes de financiamiento de las FARC, dijo, son «aportes de amigos y simpatizantes… impuestos que cobramos a los ricos… y rentas generadas de inversiones que mantenemos». Aseguró que los miembros de la organización tienen prohibido «sembrar, procesar, comerciar, vender o consumir narcóticos».