Suicidio atrae atención a acoso estudiantil


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Sujeto de burlas desde la escuela primaria por pasar más tiempo con las niñas, Jamey Rodemeyer, de 14 años de edad, le dijo a sus padres que las cosas finalmente estaban mejorando desde que comenzó sus estudios en la escuela secundaria.

Por CAROLYN THOMPSON BUFFALO / Agencia AP

Mientras tanto, en un blog que sus padres desconocí­an, Rodemeyer publicaba mensajes cada vez más desesperados, en los que reflexionaba sobre el suicidio, el acoso estudiantil, la homofobia y la cantante de pop Lady Gaga.

Unos cuantos dí­as después, Jamey se ahorcó frente a su casa en los suburbios de Buffalo, con lo que rápidamente recibió el tipo de atención que describe una de las canciones de su admirada artista.

Activistas, periodistas y la propia Gaga se enfocaron en el suicidio, lamentando la pérdida de otra vida prometedora debido a la intimidación de otros estudiantes. La angelical fotografí­a escolar del niño apareció repetidamente en internet y televisión, así­ como un video que él habí­a publicado anteriormente sobre sus malas experiencias.

El retrato incompleto y conflictivo de la vida de Rodemeyer, no obstante, no transmitió las complejidades de la mente adolescente y el hecho de que el acoso escolar no suele ser el único factor en juego de un suicidio.

También puso de relieve el riesgo de crear un icono pagando el precio de la exaltación del suicidio como una opción para otros adolescentes intimidados o en búsqueda de atención.

«Si lo presentamos como algo que es admirable y digno de comprensión, los jóvenes vulnerables pueden interpretar esto como ‘Mira la atención que recibe este caso y cómo todos se sienten apenados y elogian a este chico’, lo que puede formar un relato que puede ser persuasivo», dijo Ann Haas, una especialista senior de proyectos para la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio.

Al igual que con otras muertes prominentes de adolescentes, vinculadas con el acoso o la intimidación de sus compañeros de clase —en particular los casos de Phoebe Prince, una inmigrante irlandesa en Massachusetts que fue sujeta de burlas de sus compañeros después de que salió con un chico popular, y de Clementi Tyler, un estudiante de primer año de la Universidad Rutgers, cuyo compañero es acusado de usar una cámara web para espiarlo en un encuentro homosexual— la Policí­a investiga para ver si el acoso estudiantil constituye un delito.

Tracy Rodemeyer dijo que a su hijo lo lastimaban profundamente con las palabras desde que era muy pequeño. Los niños empezaron a burlarse de él desde la escuela primaria, agregó.

Ellos decí­an: “Oh, Dios mí­o, eres como una niña. ¿Qué eres? ¿Gay?”. Ese tipo de cosas», dijo su madre en una entrevista la semana pasada.

En la escuela secundaria, el acoso ya era abrumador, dijo. Sus amigos reportaban el abuso y las autoridades escolares les pedí­an al niño y a los presuntos acosadores que se presentaran en sus oficinas. Rodemeyer también veí­a regularmente a un trabajador social de la escuela, quien le llamaba a su madre después de las reuniones.

«Me dicen cosas como ‘maricón, marica’, se burlan de mí­ en los pasillos y siento que no puedo escapar», dijo Rodemeyer en un video de YouTube subido en mayo como parte del proyecto «It Gets Better» del columnista Dan Savage, que busca darle voz y esperanza a los adolescentes gays y lesbianas que son intimidados por sus compañeros. Ese video ha sido visto más de un millón de veces.

Su madre dijo que él habí­a hablado antes de la posibilidad de suicidarse, pero que recientemente negó que continuara el acoso en la escuela secundaria, donde ingresó poco antes de su muerte. Estaba haciendo planes para asistir a bailes con sus amigas y hablaba de los planes vacacionales de la familia y del Halloween.

Sus padres dicen que leí­an sus mensajes en Facebook, pero que nunca se enteraron que escribí­a en un blog en Tumblr, en el cual se identificó como gay y estaba lleno de mensajes inquietantes como «Dejen de acosar a los estudiantes. Quizás ya no suiciden» y «Â¡Uf hoy tengo ganas de matarme!»

Su blog final y mensajes de Twitter del 18 de septiembre, el dí­a de su muerte, fueron para darle las gracias a Gaga. También escribió: «Oro para que la fama no me quite la vida», posiblemente una referencia a la canción y álbum «The Fame».

Durante un concierto en Las Vegas en septiembre, Gaga le dedicó una canción a Rodemeyer, mientras en una pantalla se proyectaba la imagen del joven. Su estatus de celebridad era innegable.

Durante un baile escolar se interpretó una canción de Gaga. La hermana de Rodemeyer y sus amigos le rindieron un homenaje póstumo bailando y coreando «Jamey», pero algunos compañeros respondieron con gritos que estaban contentos de que hubiese muerto, le dijo a la AP su padre, Tim. Los funcionarios escolares están investigando.

Ni el columnista Savage, que apareció en varios noticiarios de televisión después del suicidio, ni Gaga respondieron a las solicitudes de la AP para hacer comentarios. Gaga, sin embargo, se comprometió a presionar al presidente Barack Obama para que haga una ley contra el acoso estudiantil en su memoria.

Si lo hace, Rodemeyer no serí­a el primer gay suicida cuyo nombre inspira una legislación al respecto. Dos legisladores de Nueva Jersey están impulsando un proyecto de ley federal contra el hostigamiento y el ciberacoso que lleva el nombre de Clementi.

Las propias leyes de Nueva Jersey contra el acoso se intensificaron tras la muerte de Clementi, de 18 años de edad, el 22 de septiembre de 2010. Clementi saltó del puente George Washington, que une Nueva Jersey y Nueva York, en medio de una ola de suicidios en todo Estados Unidos que atrajo la atención nacional al problema. Un compañero de cuarto de Clementi fue acusado de un crimen de intolerancia y de invasión de la intimidad.

La muerte de Prince, un joven heterosexual que se suicidó en Massachusetts en enero de 2010, significó que se presentaran cargos por violación a los derechos civiles en contra de cinco de sus compañeros de clase, quienes aceptaron culpabilidad a cambio de penas menos graves. También resultó en la creación de una ley estatal llamada «Ley Phoebe» contra la intimidación.

Varias organizaciones para la prevención del suicidio y defensoras de los derechos humanos —que han dicho que la cobertura noticiosa de esas y otras muertes incurrieron en simplificaciones o sensacionalismo— colaboraron el año pasado en la redacción de directrices sobre cómo manejar públicamente los casos de suicidio, con la esperanza de prevenir muertes por imitación.

El problema se ha producido a Tracy Rodemeyer, que luchó con la posibilidad de continuar mensaje contra la intimidación de su hijo.

«Usted no quiere glorificar a esto y hacer que los niños van a ser imitadores», dijo, describiendo las conversaciones que tuvo con compañeros de su hijo.

Con ese problema se topó Tracy Rodemeyer, quien tuvo un conflicto interno al analizar si debí­a permitir que su hijo continuara sus mensajes contra la intimidación escolar.

«No debemos glorificar esto y hacer que los niños se vuelvan imitadores», dijo, describiendo las conversaciones que tuvo con compañeros de su hijo.

David McFarland, director interino del Proyecto Trevor, una lí­nea de ayuda para los adolescentes de la comunidad LGTB que pueden estar pensando en suicidarse, dijo que hay que enfocarse en educar a las familias, las escuelas y las comunidades.

Los programas contra el acoso en las escuelas no están libres de controversia, como en el caso del distrito escolar Anoka-Hennepin de Minnesota, cuya polí­tica fue objeto de crí­ticas después de que seis estudiantes se suicidaron en menos de dos años.

En julio, cinco alumnos y ex alumnos entablaron una demanda contra el distrito, alegando que la polí­tica que requiere que el personal sea neutral cuando se hable de la orientación sexual en el aula en realidad le impide a los maestros proteger a los niños que creen que son homosexuales.

Los funcionarios escolares han defendido esa polí­tica como una forma razonable de equilibrar las ideologí­as familiares que reinan en el distrito de los suburbios de Minneapolis.

McFarland instó a ver más allá de los individuos.

«Está la historia personal de Jamey y su familia, y nuestros corazones están con ellos y la comunidad», dijo McFarland, «pero visto como un todo, esto es un problema que enfrenta la juventud en todo el paí­s, especialmente los jóvenes LGBT».

La madre del niño opinó que le gustarí­a que otros niños sepan de la existencia de lí­neas de ayuda como Proyecto Trevor, si es que contemplan el suicidio.

«En el mismo segundo en que Jamey tomó esa decisión y siguió adelante fue el mismo segundo en el que se dio cuenta de que era un error, pero no hay vuelta atrás», dijo Tracy Rodemeyer al repetir las palabras que le dijo a compañeros de su hijo.

«Quiero decirles que sé que mi hijo está en paz consigo mismo, pero que hay otras formas» para enfrentar los problemas de la vida, agregó.