Debido a su enfermedad la doctora Sue Zieman, de 47 años, tiene muchas dificultades para poner su reloj en hora.
Le da fiebre dos veces al día y sufre súbitas inflamaciones y dolor en las coyunturas artríticas de sus brazos, manos, piernas y pies.
En la noche se le enrojecen las partes afectadas e incluso se le hinchan los tendones de los pies, como si fueran gusanos bajo la piel.
En otras horas del día, la otrora médico robusta de Maryland, utiliza una silla motorizada para movilizarse debido a la rigidez de sus articulaciones. Incluso estrechar la mano de otra persona le causa dolor.
La artritis inflamatoria discapacita a Zieman, pero el tipo específico que la afecta y por qué la aquejó de repente son un misterio. Ni sus colegas médicos saben qué tratamiento emplear. Zieman ha probado todos los medicamentos y el alivio que ha conseguido es casi nulo.
La gente tiende a aceptar a la artritis como algo normal del envejecimiento, pero la realidad es mucho más complicada. La enfermedad abarca 100 condiciones diferentes y afecta en mayor o menor medida a una enorme cantidad de gente.
El tipo más común de la enfermedad es la artrosis, en la que el cartílago se va desgastando a medida que la persona envejece.
Sin embargo, las artritis inflamatorias —como la reumatoide, la psoriásica y lupus— sobrevienen cuando el sistema inmunológico se altera y ataca los tejidos del propio organismo. El mal destruye el cartílago, lo cual termina por dañar el hueso. La artritis puede ocurrir también a edad muy joven.
La historia de Zieman muestra la necesidad de que los médicos aumenten sus conocimientos sobre la artritis y lo discapacitante que puede ser esta enfermedad.
«La artritis me ha despojado en absoluto de mi identidad», dijo Zieman, quien abandonó su carrera y su gusto por las travesías marítimas a causa de la enfermedad.
«No creo que la gente advierta lo debilitante que es (el mal) para uno, no importa si se es joven», apuntó.
La doctora Zieman conserva el buen humor. Dice que puso Bella a su motoneta y «sé que ya debo acostarme cada noche» cuando el enrojecimiento de las articulaciones se presenta a las 19.00 horas y la postra.
A veces las infecciones generan una artritis inflamatoria y tal vez ese fue el caso de Zieman. La doctora acababa de regresar de un viaje, de trabajo, a la India en diciembre de 2008 cuando sintió fiebre, fatiga y dolor en un hombro y una rodilla. Los antibióticos no funcionaron.
Un mes después, Zieman sentía sofocación y se le inflamaron ambas piernas. Fue hospitalizada de emergencia y se dispusieron varios análisis para detectarle alguna infección, incluso la más rara que pudiera haber contraído en el extranjero. No salió nada. ¿Podría ser cáncer? Tampoco.
Después, se le comenzaron a inflamar las coyunturas de las muñecas y manos. En poco tiempo ya le era imposible levantar un vaso. También se le inflamaron los tobillos y los dedos de los pies.
Sus articulaciones tenían la apariencia clásica de artritis reumatoide, una enfermedad que puede comenzar con una fiebre muy leve y fatiga.
Sin embargo, el diagnóstico no era exacto. Los exámenes de sangre en busca de rastros específicos de la enfermedad, como la sustancia llamada factor reumatoide, y los resultados de Zieman fueron negativos, como ocurre ocasionalmente.
Un aspecto importante es la llegada al mercado en los últimos 15 años de diversos medicamentos para contra la enfermedad y que atacan a algunas de las células inmunológicas que causan el daño.
Sin embargo, en el caso de Zieman ningún medicamento le funcionó y la enfermedad se le propagó a los codos, las rodillas, las caderas e incluso la quijada.
No había pasado mucho tiempo y solicitó licencia de su trabajo de cardióloga. No podía subir las escaleras de su casa y se mudó a un apartamento de un piso que se encuentra a corta distancia a pie o en silla motorizada de su nuevo empleo en investigación sobre envejecimiento en los Institutos Nacionales de Salud, que estudian aspectos de la discapacidad.
Incluso tuvo taquicardias debido a que la inflamación le afectó parte del corazón.
Hace seis meses, comenzó a tener los enrojecimientos extraños de las coyunturas que le dan dos veces al día. Cuando se fue de vacaciones con unos amigos a Francia hace poco, los enrojecimientos se ajustaron incluso a los nuevos husos horarios.
Este comportamiento no corresponde a una artritis reumatoide típica, lo cual pone en duda el diagnóstico que se hizo a Zieman y la estrategia para el posterior tratamiento.
Aunque este caso es extremo, no es raro que la artritis inflamatoria debilite con rapidez al paciente, en especial a mujeres jóvenes o de mediana edad, dijo el doctor Assil Saleh, reumatólogo en Washington e internista.
Saleh atiende a Zieman con médicos de la Universidad John Hopkins y los Institutos Nacionales de Salud.
Cuando se sospecha que una infección detonó el problema, los pacientes desean saber con desesperación qué microbio es el responsable específicamente, aun cuando ya pasó bastante tiempo entre que desapareció y el momento en que aparece la inflamación de las coyunturas. Esto se debe a que las células inmunológicas continúan activas.
«Ahora tenemos un incendio forestal que intentamos apagar», explica Saleh. La mayoría de los casos de artritis inflamatoria «son incurables pero son tratables hoy día».
Sue Zieman logra un poco de alivio con dosis muy altas del esteroide prednisona acompañado de inyecciones del medicamento Kineret que ataca la interleucina-1, una proteína que causa la inflamación.
Mientras Zieman trata de averiguar qué estimula su enfermedad, su mayor queja es la escasez de servicios de asistencia a pacientes con artritis a fin de que realicen las actividades más diversas y sencillas de todos los días.
«Me siento realizada como la mayoría de los cardiólogos pero discapacitada socialmente», expresó. «Necesito aprender a abrir la nevera».
Sue Zieman
Enferma de artritis