La segunda vuelta de la elección presidencial en Guatemala, prevista para el próximo domingo 6 de noviembre, será más de lo mismo en un contexto de desencanto y frustración entre el electorado, pues los dos candidatos contendientes no representan ni siquiera una mínima esperanza para resolver los más ingentes problemas del pueblo.
Esta será una elección entre grupos de ricos. Los guatemaltecos debemos tener claridad que esta comedia electoral se inscribe en el marco de una lucha entre dos fracciones de la clase dominante. Por un lado, el sector empresarial más influyente del país que apoya la candidatura de quien en el pasado fue un destacado militar contrainsurgente, el general retirado Otto Pérez Molina, del derechista Partido Patriota. En este grupo hay poderosos banqueros, industriales, comerciantes, terratenientes, representantes del capital financiero, etcétera.
Por el otro, la burguesía emergente en el país que respalda la opción del abogado Manuel Baldizón, candidato presidencial del también derechista Partido Lider, Libertad Democrática Renovada. En esta burguesía se ubican las disidencias de algunas familias tradicionales, como por ejemplo la de Juan Gutiérrez, ex candidato presidencial del PAN, pariente de los Gutiérrez-Bosch, quienes son la cabeza de poderosas empresas, entre ellas la de la industria del pollo frito.
Es fácil colegir que ambos candidatos tendrán muchas ataduras, pues deberán ajustar sus decisiones a los dictados de los grupos económicos que financiaron su campaña. Esto conduce a la conclusión que el modelo neoliberal, o sea la etapa salvaje del capitalismo, seguirá inalterable, lo cual significa que en lugar de derramar prosperidad para las masas del país como lo pregonaban sus principales ideólogos, únicamente multiplicará la riqueza para unos pocos, mientras la pobreza seguirá creciendo entre la mayoría de la población.
Es obvio que ninguno de los dos candidatos tiene la intención de modificar el esquema de sumisión ante los intereses extranjeros representados por la Embajada de la Avenida La Reforma. En otras palabras, no estarán en condiciones ni siquiera de explorar la posibilidad de asumir una postura independiente y en defensa de la soberanía nacional.
Además, llama la atención, como ya lo ha señalado la Iglesia Católica, el escandaloso derroche económico de los dos candidatos, en un país como Guatemala en el cual prevalece el hambre y en donde está creciendo el fenómeno de la desnutrición infantil.
También resalta la decepción de los electores por la persistencia de las campañas negras, así como por los mutuos señalamientos de los aspirantes presidenciales, incluso con expresiones poco edificantes para el pueblo.