Hemos sido críticos de nuestra dirigencia deportiva por la forma en que han manejado millones de quetzales que por mandato constitucional se asignan al deporte y que, mal usados, no rindieron ningún fruto a lo largo de muchos años. Esta vez, sin embargo, tenemos que decir que hay disciplinas deportivas en las que se tiene que reconocer que la buena utilización de los recursos rinde frutos, puesto que nuestros atletas tienen habilidad y únicamente hacía falta que se les pusiera el ingrediente técnico con entrenadores capaces.
Ayer fue un día especialmente significativo para el deporte guatemalteco por la cosecha importante de medallas. Ya era hora de lograr resultados tras una inversión que se tiene que considerar de muchísimos millardos, es decir, miles de millones de quetzales que en cualquier otro país, con más control del gasto público y menos indecencia, hubieran significado cambios hace mucho tiempo porque desde 1986, luego de que cobró vigencia la Constitución, el deporte se ha beneficiado con un porcentaje de los ingresos del Estado.
Para quienes se burlaban de nuestros deportistas por su reducida talla y condiciones físicas, está demostrado que nuestra raza tiene la capacidad, la fuerza y la tenacidad para enfrentar a atletas que físicamente puedan parecer mejor dotados por la naturaleza. Pero obviamente los resultados en el deporte son producto de una constante disciplina que tiene un costo y que nuestros dirigentes deportivos obviaron porque era más cómodo usar el dinero de la asignación constitucional para sus viajes y para darse vida de reyes que en la construcción de instalaciones y, fundamentalmente, el pago de entrenadores profesionales que supieran preparar adecuadamente a nuestros deportistas.
Los logros de hoy sirven para evidenciar la inmoralidad de los dirigentes que no hicieron absolutamente nada para mejorar nuestro deporte porque queda en claro que no es que carezcamos del material humano para ser competitivos, sino que ha faltado una eficaz dirigencia deportiva que en vez de exprimir el dinero para sus viajes y beneficios, lo utilizara en la inversión necesaria para ir poco a poco constituyendo esa élite de deportistas capaces de competir sin complejos de ninguna naturaleza contra representantes de otros países. El medallero al día de hoy coloca a Guatemala sobre varios países con más habitantes y que no sufren esas condiciones de extrema pobreza que son tan graves y que marcan a nuestra sociedad.
Mérito personal de los atletas, indudablemente, pero también es la cosecha de una inversión mejor en cuanto a los dineros que manejan algunas federaciones que se han propuesto hacer las cosas de manera distinta. Y lección para aquellas que siguen mal usando el dinero para beneficio de esa lacra de dirigencia deportiva.
Minutero:
Sinvergí¼enza o idiota
al no ver la corrupción;
pero no hay ninguna discusión
que en algo se llevó la cuota