Jesús de la Caí­da en la Semana Santa guatemalteca


Jesús de la Caí­da del templo de Santo Domingo de la ciudad de Guatemala, después de ser azotado. Esta se agregó a las esculturas de los Misterios Dolorosos del Rosario. Es conocido como

Fernando Urquizú Gómez

Universidad de San Carlos de Guatemala

Las imágenes de Jesús de la Caí­da en Guatemala deben ser asociadas a la necesidad de creación de material didáctico por parte de la Iglesia Católica para la enseñanza del Evangelio cristiano cuya primera cruzada por su difusión se inició desde la primera mitad del siglo XVI, debiendo enfrentar los problemas de analfabetismo que abarcaba en gran medida al público español e indí­gena, así­ como el desconocimiento del idioma castellano por los últimos.


Para facilitar esta enseñanza la iglesia contaba con una organización local y programa especial de evangelización propuesto en los tres Concilios Mexicanos, que en 1589 recibieron la aprobación de la Santa Sede para emprender la gran primera gran cruzada de evangelización en los pueblos de mesoamérica donde se fundaron nuevas iglesias y escuelas parroquiales que posteriormente dieron lugar al aparecimiento de los colegios mayores y universidades.

La iglesia y sus escuelas de diversos grados eran las encargadas directas de la difusión del evangelio que realizaban mediante el desarrollo de cátedras especificas desde los pulpitos de los templos y capillas según las caracterí­sticas económicas y sociales de cada uno de los poblados, fueran estos, de españoles o de indí­genas.

Esta enseñanza era recapitulada en forma cí­clica anual por medio del calendario litúrgico católico con misas ordinarias y extraordinarias, funciones religiosas propias de cada dí­a, así­ como la contemplación de ejercicios espirituales y devociones oficiales y populares que reproducí­an determinados conocimientos de manera rápida y efectiva como el rezo del Santo Ví­a Crucis y el Santo Rosario que aluden en sus Estaciones y Misterios los momentos cumbres de la vida, pasión, muerte y resurrección triunfante de Jesús, donde también juega un papel preponderante la Santí­sima Virgen Marí­a cuyas vidas son entronizadas en los cristianos como modelos perfectos para ser emulados por el resto del conglomerado social.

En las ciudades dependientes de la Diócesis de Nueva España, a la cual, estaba adscrita el obispado de Santiago de Guatemala, se incluyó en la arquitectura de las mismas las capillas del Ví­a Crucis, capillas de los Misterios del Rosario y capillas de Los Siete Dolores de la Santí­sima Virgen, para difundir esta enseñanza que partí­a en ocasiones desde las cruces de atrio de las iglesias que presentan sí­mbolos de las Estaciones, Misterios o Dolores que exponen de manera gráfica estos pasajes que serví­an de referencias didácticas.

La mayorí­a de iglesias cuentan con las Estaciones del Ví­a Crucis en el interior de los templos y cuando no se presentan de manera gráfica se substituyen por pequeñas cruces con números romanos que las identifican mientras que los Misterios del Rosario cuando no existen gráficamente son expresados en las cuentas del rosario.

En ambos ejercicios espirituales aparece un momento especial cuando Jesús Cae al suelo en instantes diferentes de su Pasión, pero logrando fuerzas de flaqueza se levanta para dar ejemplo del cumplimiento de su destino de redención. En el Ví­a Crucis, estos momentos se aluden en las Estaciones III, VII y IX. Estas se representan de manera gráfica por una imagen de Jesús caí­do en el suelo en diferentes posiciones mientras el pesado madero de la cruz le cae encima, en estas representaciones Jesús siempre figura vistiendo túnica, rodeado en el cuello y la cintura por un cí­ngulo que representa su cautiverio, coronada su cabeza de espinas que casi siempre se presenta rodeada de un nimbo para destacar el carácter sobrenatural de su rostro.

En nuestro paí­s podemos situar como un ejemplo propio para la enseñanza de las Estaciones del Ví­a Crucis referido, una pintura estilo barroco que se encuentra en la iglesia de Belén de la capital, así­ como una escultura de Jesús de la Caí­da de la iglesia de San Francisco de la Antigua Guatemala, en ellas notamos la presencia del color morado en el atuendo de Jesús como sí­mbolo de la penitencia que posteriormente pasó a los cucuruchos y que en los documentos antiguos se le nombra como color violado.

En relación a Jesús de la caí­da que se presenta despojado de sus vestiduras, esta representación tiene que ver más con los Misterios Dolorosos del Rosario que inician con I.- La oración de Jesús en el Huerto de los Olivos, 2.- Los azotes que recibió Nuestro Señor atado a la columna, 3.- La coronación de espinas de Nuestro Señor, 4.- Jesús con la cruz a cuestas, 5.- La Crucifixión y Muerte del Señor.

Estos misterios por lo regular eran los representados en las procesiones de carrera corta en donde se portaban las imágenes para rezarlos en puntos determinados donde se confeccionaban vistosos altares en las casas de los barrios para cumplir un ejercicio espiritual que estaba por encima de un simple paseo de escultura. Entendiendo esta situación pensemos que la procesión se iniciaba en la iglesia en un ara donde se encontraba un Cádiz que servia de consuelo a los feligreses en la contemplación de estos Misterios relacionándolo con el primer misterio, luego una cruz alta y ciriales abrí­an y cerraban el espacio sagrado de la procesión que constituye el 5. Misterio. En las procesiones nunca faltaba el Señor atado a la columna como aún sobrevive en algunas procesiones del interior del paí­s donde debemos poner especial atención a la de Jesús Nazareno de la Merced que aún guarde esta tradición.

A Jesús de la columna le sigue en jerarquí­a otro de la Caí­da llamado Jesús de la Buena Muerte que representa el momento cúspide en que el Señor acepta su muerte redentora en la cruz, a continuación se presenta otra escultura que alude al Misterio 3. Que regularmente se representa con una imagen de Jesús sedente coronado de espinas con manto púrpura y un caño a manera de cetro y es llamado por el pueblo Jesús Paciente o del Pensamiento, mientras que se cierran las representaciones con una escultura de Jesús Nazareno.

En las procesiones que se llamaban de carrera larga se portaba un Ví­a Crucis completo con el mismo sentido de ordenar los altares y meditaciones en recorridos bastante largos propios de los viernes del año, viernes de Cuaresma y mañana del Viernes Santo. Algunas iglesias cuentan con esculturas de Jesús de la Buena Muerte convertidas den Jesús de las Tres Caí­das como se llamarí­a correctamente cuando se le coloca túnica y cruz aludiendo momentos diferentes de Pasión de Cristo como el caso de Jesús de la Caí­da de San Bartolomé Becerra que curiosamente tampoco lo asociamos a ninguna de estas devociones porque su culto tomó auge en el siglo XX.