Se da por virtualmente segura la elección de Guatemala para formar parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, órgano responsable de velar por la paz y la seguridad en todo el mundo que se compone por quince miembros, cinco de los cuales (Estados Unidos, Rusia, Francia, Inglaterra y China) son permanentes, pudiendo vetar cualquier resolución del Consejo, y otros diez que se eligen para períodos de dos años y que generalmente representan distintas regiones del planeta.
La responsabilidad, sin embargo, de formar parte del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas es tremenda, puesto que se trata de una posición en la que no podemos ni debemos andarnos lavando las manos, como ahora se hace tan corrientemente por falta de una política exterior definida, ni tampoco debiéramos jugar el papel de comparsa de ninguna de las potencias que tienen asegurada su posición permanente y además gozan del derecho a veto.
Hay tensiones permanentes en las que la postura del Consejo de Seguridad puede resultar importante. La cuestión de Irán, agravada ahora por las acusaciones formuladas por Estados Unidos al descubrir una conspiración para atacar embajadas árabes en territorio norteamericano, es punto prioritario de la agenda por la producción de reactores atómicos y su posible uso bélico.
El tema de Corea del Norte constituye otro de los elementos generalmente observados por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, así como el conflicto en Afganistán, la situación de Formosa o Taiwán, y más recientemente el tema de Palestina que si bien será tratado por la Asamblea General, sin duda tendrá que ser conocido por el Consejo de Seguridad cualquiera sea la decisión de la Asamblea porque hay resoluciones de ese órgano que fijan la hoja de ruta para enfrentar el problema entre Israel y sus vecinos árabes.
Por supuesto es un honor formar parte del Consejo de Seguridad, pero la Cancillería tiene que proveer de personal y especialistas a su delegación en Naciones Unidas porque no es lo mismo tener una misión permanente dedicada a los temas ordinarios y rutinarios que asumir un escaño en el Consejo. Pero más que eso tendrá que definir una línea de política exterior y veremos si nos alineamos con alguna potencia o mantenemos una postura de independencia y racionalidad en nuestras decisiones en el Consejo. Afortunadamente será el próximo gobierno el que tome las decisiones al respecto porque este ha sido un gobierno carente de línea que ha dado bandazos entre coqueteos por Petrocaribe con Chávez, condecoraciones a Castro y, según WikiLeaks, bajo de agua un pleno sometimiento a los norteamericanos.
El reto no es moco de pava y requerirá un Canciller con más luces para que no hagamos el ridículo.
Minutero:
Un pequeño temporal
paraliza a todo el país;
entendamos que hay un mal
y que el mismo es de raíz