A propósito de avestruces


Editorial_LH

Hoy se publica una columna en la que el activista Raúl Molina considera que quienes ejercen su derecho a votar nulo o a no votar actúan como avestruces. El tema es interesante y da para mucho, porque cualquiera puede pensar que quienes acudirán a las urnas para votar a favor de un candidato o en contra de alguno, son las verdaderas avestruces que no llegan a percibir que el problema está en el sistema, en las fallas que aseguran que cualquiera que sea electo tenga que ajustarse a las reglas de juego que se vienen practicando desde hace mucho tiempo.

 


Es aventurado calificar de ignorantes y torpes avestruces a los que van a ir a las urnas simplemente porque no están en la lí­nea de quienes creen en el voto nulo o la abstención. Uno podrí­a decir que los que van a las urnas entierran la cabeza con los cantos de sirena de la propaganda, cualquiera que sea su inclinación, pero es una falta de respeto para aquellas personas que con o sin razón están convencidas de que el sufragio constituye la máxima expresión de la democracia y que abrazan alguna de las candidaturas por sus propias convicciones, sean éstas ideológicas o simplemente por pura simpatí­a.
  
   Hay idiotas que hablan de la presencia de grupos perversos en uno de los partidos y no tienen la menor idea de quiénes son los que están metidos en la contraparte. Así­ es como funcionan las cosas en nuestro medio porque quienes se encargan de copar a los candidatos son aquellos que saben cómo se manejan las cosas en las esferas del poder y hay que ser ingenuo, incauto y desconocedor del medio para no entender cuáles son las fuerzas que se van adhiriendo a cada una de las candidaturas.
  
   Cada quien tiene derecho a defender su criterio, a expresar sus simpatí­as y a defenderlas, pero es obligado tener elemental respeto por aquellas otras posturas que difieren. Hay fanatismos que ciegan de tal manera que impiden análisis objetivos y serenos y llama la atención cómo muchos siguen pensando que el problema de Guatemala se resuelve eligiendo a uno e impidiendo el triunfo de otro de los candidatos. Quienes así­ piensan jamás se ponen a pensar en el sistema, en la estructura del ejercicio del poder y en la forma en que se ha prostituido no sólo la función pública sino la del mismo Estado. Por ello no entienden que el problema es mucho más profundo y grave y se engolosinan con su apuesta electoral porque ingenuamente creen que Chana es distinta que Juana.

Minutero:
Un pequeño temporal
 paraliza a todo el paí­s;
entendamos que hay un mal
 y que el mismo es de raí­z