Hace unos días escribí del mundo dependiente de la tecnología que surge a partir de las computadoras personales y el genio de Steve Jobs. Hoy, tratando de recibir correos o de enviar mensajes a la lista de contactos de Blackberry, uno se da cuenta cuán grave es la dependencia que tenemos de la tecnología y lo vulnerable que pueden ser algunas de sus plataformas. Research In Motion, dueña de la marca Blackberry, fue durante muchos años dominante en el mercado de los teléfonos inteligentes y se le reputaba como una herramienta más confiable aun que el iPhone de Apple para cuestiones de trabajo.
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Oficialmente se ha dicho que uno de sus conmutadores en Europa tuvo problemas y no funcionaron los mecanismos de respaldo diseñados para operar inmediata y automáticamente en esos casos. Ello provocó una enorme presa en las comunicaciones que maneja Blackberry y que incluyen precisamente correos y mensajes que tienen la característica de ser totalmente privados, y se desencadenó un colapso en cadena que se extendió por todo el mundo.
Lo que preocupa es que cada día somos más dependientes de la red mundial de internet y confiamos plenamente en que siempre estará allí para servirnos en lo que nos haga falta. Apple acaba de lanzar al mundo su sistema operativo IOS 5 para teléfonos y iPads, que permite almacenar información y hacer copias de respaldo en un moderno mecanismo llamado iClouds. Millones de millones de gigas de información serán almacenadas en esos archivadores virtuales porque tenemos la seguridad de que los mismos nunca fallarán y que la valiosa información colgada estará siempre disponible.
Sin embargo, lo que ocurrió con Blackberry constituye una señal de alerta porque la tecnología tiene ese aspecto impredecible de fallas que están supuestamente cubiertas con sistemas de respaldo, pero que en determinado momento pueden también colapsar.
Personalmente he sido de los que han confiado en la tecnología y cada día dependo más de ella para informarme y para procesar mi información. Pocos son los números de teléfono que tengo ya en la cabeza porque la memoria del teléfono me facilita mucho las cosas, gesto de evidente haraganería que se ha popularizado muchísimo según he podido comprobar. Pero la verdad es que sí preocupa ese nivel de dependencia en algo que uno considera como totalmente confiable a pesar de algunas advertencias y avisos como el que se vivió con el cambio de milenio, cuando el fenómeno 2000 fue considerado como un riesgo para la informática en general y el mundo se mantuvo en vilo hasta que se demostró que no hubo ninguna catástrofe como las que se habían anticipado.
En los últimos tiempos es evidente que RIM, la empresa que durante años dominó el mercado de los teléfonos inteligentes, se ha ido quedando a la zaga ante el avance de nuevas plataformas más innovadoras y veloces. Las de Apple fueron las primeras en transformar ese mercado, pero ahora la gama es enorme y los usuarios de Blackberry hemos visto cómo los competidores avanzan y ofrecen mejoras a diestra y siniestra.
Este último colapso tendrá sin duda efectos en el mercado mundial y no me cabe duda que marcará un antes y un después en esa rama de la tecnología en comunicaciones, puesto que si algo es fundamental en esa materia es la confiabilidad por el nivel de dependencia que llega a generarse respecto a las plataformas que manejan las distintas redes. Obviamente nunca volveremos a los tiempos del ábaco, pero pareciera como si el célebre Blackberry también está llegando ya al final de su vida útil, rebasado no sólo por el avance y empuje de la competencia, sino por sus propias fallas.