Angola sigue en ruinas


Soldado. Foto de archivo de febrero de 1976 de un niño del Movimiento Popular de Liberación de Angola.

Cinco años después de la firma de un acuerdo de paz que puso término a 27 años de guerra civil, el 4 de abril de 2002, Angola padece para relanzar su economí­a devastada pese al torrente petrolero que ha hecho del paí­s el segundo productor de Africa negra.


Angola prevé producir 2 millones de barriles por dí­a de aquí­ a fines de año, contra 1,4 mbd actualmente, y mantener este nivel de producción hasta 2012, según la compañí­a estatal Sonangol.

No obstante, pese a un crecimiento sostenido, alimentado por la disparada de precios del crudo, 70% de los 16 millones de angoleños viven en un estado de extrema pobreza, con menos de 2 dólares por dí­a.

Su agricultura, exportadora en el pasado y arruinada por la guerra, no alcanza para alimentar a la población y la mayor parte de bienes de consumo son importados y, a la vez, inabordables para la mayorí­a de angoleños.

Este año la producción de cereales cayó de nuevo (626.000 toneladas, contra 881.000 en 2006) debido, según el gobierno, a la sequí­a.

Sólo 38% de los 4.550 terrenos minados repertoriados -alrededor de 8 millones de minas antipersona fueron sembradas durante la guerra- han sido despejados. Unos 2,2 millones de angoleños siguen expuestos a las minas.

El partido en el poder, el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) del presidente José Eduardo Dos Santos, ha invitado a miembros de la oposición, a representantes de la sociedad civil y a universitarios, a definir una «agenda de consenso» que fije las prioridades del desarrollo del paí­s hasta 2025.

La mesa redonda, inaugurada el lunes en Luanda, fue saludada por la oposición como «una oportunidad única para debatir los proyectos de unos y otros», según NGola Kabangu, del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA).

Los desafí­os son enormes, cuando 8 millones de electores angoleños son llamados a registrarse para las elecciones legislativas, anunciadas para 2008, y para las presidenciales, previstas para el año siguiente.

El presidente Dos Santos, 65 años, en el poder desde 1979, además de ser uno de los jefes de Estado más misteriosos de Africa, es un marxista pragmático que ha abierto la economí­a de mercado para facilitar la reconstrucción de un paí­s minado por la guerra civil.

Dos Santos, heredero del primer presidente de la Angola postcolonial, Agostinho Neto, el «padre de la Nación», fue nombrado viceprimer ministro y luego ministro de Planificación en 1978.

A la muerte de su mentor, en 1979, fue elegido presidente del MPLA y nombrado jefe del Estado y comandante en jefe de las fuerzas armadas. El congreso del partido, en 1985, lo confirmó en estas funciones.

Su formación marxista-leninista no le impidió proclamar el multipartidismo abrir el paí­s al capitalismo en los años 1990.

Las riquezas diamantí­feras y petroleras de Angola, además del enorme mercado que representa la reconstrucción, atraen inversionistas de todo el mundo, con China a la cabeza.

Aunque la moneda ha sido estabilizada en 10% contra 76,6% en 2003, la mayor parte de angoleños viven en la miseria y el régimen es acusado con regularidad de corrupción y mal gobierno.

Según Human Rights Watch (HRW), más de 4.000 millones de dólares del ingreso petrolero desaparecieron de las cajas del Estado entre 1997 y 2002. Y, según Transparency International, Angola figura entre los diez paí­ses más corrompidos del planeta.