Británicos tendrán que elegir si quieren censura en internet


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Una coalición de los principales proveedores de internet dijo el martes que comenzará a obligar a sus clientes a elegir si desean tener acceso a la pornografí­a y otros temas de dudoso gusto en lugar de simplemente ofrecer a los consumidores la posibilidad de bloquear esas páginas.

Por RAPHAEL G. SATTER LONDRES / Agencia AP

Los partidarios de la medida sostienen que obligará a las familias a pensar lo que ven hijos en la internet, aunque los activistas de los derechos civiles temen que los adultos podrí­an verse envueltos –y potencialmente acostumbrarse– a la censura cibernética.

«La elección debe ser presentada como una alternativa de control paterno», dijo Jim Killock, director gerente de la entidad Britain’s Open Rights Group. «Los adultos no deberí­an ser obligados a elegir el contenido de lo que quizá les gustarí­a ver, o lo que quizá necesiten ver en el futuro».

Al igual que en otros paí­ses, los proveedores británicos de material por internet han ofrecido desde hace tiempo a sus clientes la posibilidad de bloquear ciertas páginas para proteger a los niños de materias objetables –no solamente pornografí­a y juego sino páginas que promueven dietas nocivas, autolesiones o suicidio–.

Empero, una orden gubernamental para revisar la sexualización de los menores, publicada en junio, recomienda que los padres sean obligados a elegir explí­citamente si bloquean la pornografí­a. Su autor, el activista Reg Bailey, señaló a la televisión BBC que el problema de los controles paternos existentes es que «la posición por omisión es que están apagados».

Obligar a elegir es una forma de forzar a los padres a plantearse la pregunta «Â¿quieren realmente tener acceso a material para adultos en la internet a través de este aparato?»

«Ello convence a los padres en muchos casos a mantener una conversación con sus hijos y jóvenes sobre si es algo bueno o malo», comentó Bailey a la BBC.

Killock explicó que no le molestan controles paternos más rí­gidos, siempre y cuando se limiten a eso. El peligro, agregó, es que obligar a los consumidores adultos a indicar explí­citamente si desean tener acceso a la pornografí­a u otros materiales podrí­a intimidar a algunos a aceptar una forma de censura.