Los prejuicios de unos fanáticos del partidismo


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Por ser el proceso polí­tico-electoral lo más palpitante y chisporroteante de la actualidad nacional, hemos estado yendo al paso de esa para nosotros tiranizante actualidad a través de esta columna de LA HORA que presentamos semanalmente.

Marco Tulio Trejo Paiz

 


Por lo visto, a unos prejuiciosos y fanáticos politicantes que leen este vespertino no les “avolunta” lo que comentamos en relación con determinados aspectos de la pelea a que se han entregado en estos para ellos angustiosos momentos que casi, casi, por cierto, se encuentran en la recta final de la segunda riada de votos, lo cual, comprendemos, es muy natural cuando se está en el ajo defendiendo hasta lo indefendible y pretendiendo hasta lo imposible…

En el espacio de Internet, correspondiente a esta tribuna, hace unos dí­as varios de esos “polí­ticos”  criticaron (por supuesto a su modo muy personal, muy de “polí­ticos” que han de hallarse de espaldas a la democracia, pero agitando la naveta para alabar la mercancí­a de la antidemocracia liberticida que se expresa en el Caribe y en el sur) lo que decimos objetivamente con algunas descargas subjetivas. Agregamos que  actuamos por convicción, no por conveniencia, no por lucrar ni buscar prebendas.

Algunos de esos intolerantes, que quisieren masificar hasta el pensamiento de los periodistas del campo independiente no dirí­an ni esta boca es mí­a si sólo se dirigiesen ditirambos a sus santones; mas, para algo sirve la libertad de expresión, libertad a la que se despidió para siempre en los patios donde campea el liberticidio.

De diez hipercrí­ticos (¡…!), que se refirieron al más reciente artí­culo que ocupó esta  columna, la mayorí­a nos trató de estar comprometidos con el Partido Patriota. A lo mejor le han ofrecido la Secretarí­a de Relaciones Públicas de la Presidencia, dijo uno, a quien le hacemos ver que en tres gobiernos nos han ofrecido esa posición y hemos declinado el ofrecimiento. Y es que al primer atropello a cualquier colega renunciarí­amos sin vacilación alguna. Otro de los aludidos habrá pensado que escribimos al dictado, por encargo, mediante paga, como si estuviésemos en la almoneda, en subasta, para que vendamos el pensamiento al mejor postor. Lo difluente en los artí­culos es pensamiento no vendible. Tiene un valor intrí­nseco, ético. No es de corruptos. íšnicamente unas damas reconocieron nuestra rectitud. 

El periodista, así­ como critica, está expuesto a ser criticado. Se ha curtido en las batallas; en su quehacer. Sólo en Nicaragua, en Cuba, en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia y en lejanas latitudes, donde se han impuesto sobre montones de cadáveres los dictadores y tiranos, no se estila ni se destila periodismo en libertad.

Otro “internetista” expresó duda en cuanto a que ejercemos el oficio de las letras diarias, por lo que le decimos que nos encontramos en las filas del incomprendido Cuarto Poder desde hace un poquití­n más de media centuria. Hemos abrevado la profesión exitosamente en las aulas universitarias.  

Otrora bregamos como reporteros-redactores, supervisores del personal de reporterí­a, en jefaturas de redacción, así­ como columnistas y, además,  hemos laborado  en las distintas áreas del oficio en los más influyentes medios de comunicación escritos, radiales y televisados. Varios de nuestros artí­culos han sido publicados en periódicos y en un  libro de la República de China con asiento en Taiwán. Es más, en frecuente trafagar hemos asistido a eventos de prensa en Uruguay, en Colombia, en Corea, en Japón, en Londres, a los que han asistido alrededor de 600 o 700 comunicadores de más de 125 paí­ses de los diversos continentes. De manera que ya nos curtimos y seguimos curtiéndonos en el constante batallar como impertérritos soldados de la prensa nacional. ¿Enterados?

Finalmente, permí­tasenos declarar, enfática y categóricamente, que nos hallamos al margen de la “polí­tica” partidista, pero eso no quiere decir que no nos interese la polí­tica-ciencia, que es arte a la vez. Una polí­tica cuyo objetivo es la estructura y el funcionamiento de un generoso Estado moderno que dé al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios sin distingo alguno. ¿Entendidos?

Por lo demás, la realidad de la hora que estamos viviendo los guatemaltecos nos mueve a pensar, a creer, que el candidato presidencial favorito de la actual disputa del poder público es Otto Pérez Molina.

El contrincante, señor Baldizón, podrá jugar, con alguna posibilidad de satisfacer sus aspiraciones, pero en el próximo jaleo de alto nivel. La segunda o la tercera es la vencida, se ha dicho.  Y…, ahora,  ¡al ataque al influjo del civismo en las urnas el 6 de noviembre!!!