Como es del conocimiento público, la Comisión Internacional contra la impunidad en Guatemala (CICIG) arribó esta semana a su cuarto aniversario de permanencia en el país y durante el acto de presentación del informe de lo ejecutado en ese periodo de tiempo, el jefe de dicha comisión exhortó a los candidatos presidenciales, aún en contienda a combatir al crimen organizado, llamado oportuno que fue respondido por ambos contendientes, por supuesto con los mejores ánimos, deseos y promesas, las cuales en todo caso deben de ser reclamadas a quien resulte ganador en las elecciones presidenciales del próximo 6 de noviembre.
Tal y como lo informa el matutino Prensa Libre en su edición del día jueves, tanto Pérez Molina como Baldizón se comprometieron a continuar con el apoyo a la CICIG, sin embargo dichas promesas deben de ser vistas también de cara y a la luz de las propuestas que ambos candidatos realizan en sus campañas sobre temas como seguridad y justicia, cuya ausencia precisamente provocó la venida de la comisión y que son elementos que no pueden esperar en cola a que se resuelva el tema de la impunidad pues se complementan a un mismo nivel.
Resulta importante invitar a todos los lectores a que revisen la contraposición de propuestas que hacen los candidatos sobre seguridad y justicia, publicada por este vespertino en su edición del día miércoles, en donde resalta el hecho de que ambos candidatos están de acuerdo en combatir el crimen organizado, al narcotráfico, al fortalecimiento del sistema de justicia y a exorcizar a Guatemala si fuera necesario para combatir todas esas lacras que afectan a nuestra sociedad, pero difieren en la forma de lograrlo. Al ciudadano común seguro debe de importarle el combate a la impunidad, el problema radica en que esa impunidad no la siente como un hecho que le amenace o le afecte de manera inmediata, pues su situación está más allá de la necesidad de combatir a la impunidad que asocia a los círculos de poder, a las grandes mafias o al crimen organizado, mientras que su necesidad inmediata radica en la incapacidad del Estado para brindarle seguridad y justicia para su persona, familia y entorno, algo que ve, sin duda a corta distancia.
Si bien es cierto, el que la impunidad en Guatemala sea destruida traerá en un futuro una respuesta a la seguridad y a la justicia que la sociedad demanda, la meta, el empuje y el objetivo del nuevo Gobierno debe de ser también el atender la inmediata necesidad de prevención y a través de esta permitir que los ciudadanos simplemente puedan retomar sus vidas sin estar coaccionados o condicionados por la violencia que cada día se torna más insoportable. Sin duda, impunidad, injusticia, inseguridad conforman un grupo de palabras de las que todos estamos hartos pero que lamentablemente conforman nuestro día a día, el reto del nuevo Gobierno es eliminar todos y cada uno de esos vocablos de nuestro lenguaje, tarea complicada y ardua que sin embargo no puede ser pospuesta.