Para conformar una fuerza contundente que busque cosas buenas para el país y no simplemente arreglos y componendas para repartirse el pastel, hace falta que prevalezcan principios e ideologías que sean el ingrediente que asegure la continuidad de las alianzas. Sin embargo, en el caso de Guatemala vemos que nada de eso existe, sino que simplemente se trata de cuotas de poder y lo demás sale sobrando.
Es inexplicable ver cómo grupos que por origen, tendencia, principios ideológicos e historia tendrían que estar contra la pena de muerte, se unen alrededor de una propuesta que privilegia ese castigo inhumano como respuesta al fenómeno de la violencia. No puede ser comprensible para nadie que exista ese nivel de tolerancia e indiferencia a cuestiones que van en contra de los fundamentos y cimientos de una corriente democrática de pensamiento que repudia la cultura de la violencia y termina abrazando la tesis de que la pena de muerte es la respuesta a los problemas de criminalidad.
Lo mismo pasa con el tema de la política exterior, puesto que no puede uno entender cómo es posible que una Premio Nobel de la Paz, entre otras personalidades que representan a varias corrientes, puedan aliarse con una fuerza que propone de entrada y sin razonamiento alguno un rotundo NO al reconocimiento al Estado Palestino, cuando ese rechazo no lo hace ni el más radical de los judíos porque ellos entienden, al final de cuentas, que la creación del Estado Palestino es una necesidad histórica. Su oposición la matizan diciendo que hay que crear condiciones para que ese paso sea a favor de la paz y no de la continuidad del conflicto, pero en Guatemala con tal de quedar bien con la comunidad judía que tiene influencia, sobre todo financieramente hablando, se anuncia ya que revisarán todo lo dicho por este gobierno a favor del Estado Palestino.
Y los aliados guardan silencio que es vergonzante porque no puede ser que con tal de repartirse un pastel, de engordar con la cuota de poder que les puedan ofrecer, se privilegie la componenda a las cuestiones que constituyen la esencia misma de las creencias, de los valores en los que supuestamente inspiran su accionar político.
Y no pasa únicamente con una formación política, puesto que las alianzas y orientación del voto van más en la dirección de que no llegue el otro y no de la intención de que gane alguien que tiene propuestas. Somos un país condenado a sufrir los efectos de una clase política incompetente y corrupta porque apañamos la componenda y la consideramos sustituto de una negociación en la que cada parte trata de influir de acuerdo a su ideología.
Minutero:
‎ â€para mantener la componendaâ€
nadie arma la tremenda‎;
que Palestina busque su suerte‎
y que viva aquí la pena de muerte