Los principales candidatos a las elecciones presidenciales de Francia critican la política exterior de Estados Unidos y se desmarcan del modelo social de este país, para de alguna forma evitar el descrédito entre los votantes.
Incluso el candidato conservador Nicolas Sarkozy, de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), se mantiene a una distancia prudencial desde que fue blanco de infinitud de críticas, que le reprochaban el haberse decantado por el «atlantismo».
«Cualquier candidato que dé la impresión de ser favorable a Estados Unidos en política exterior y, más allá, en términos de proyectos sociales, se arriesga a quedar desacreditado», asegura Jérí´me Sainte-Marie, director del instituto de sondeos BVA Opinion.
Desde la Segunda Guerra Mundial los franceses se inclinan por considerar la influencia de Estados Unidos como una amenaza a la independencia y la identidad cultural nacional.
Esta concepción cuenta con muchos adeptos entre el otrora poderoso Partido Comunista e intelectuales de izquierda, así como entre los miembros del movimiento gaullista, mientras que algunos intelectuales han denunciado lo que consideran un reflejo «antiestadounidense» por parte de la opinión pública y de las élites.
La oposición a la guerra en Irak en marzo de 2003 ha permitido a Jacques Chirac convertirse en el presidente francés más popular de la historia en las encuestas, con un 74% de opiniones favorables.
En una «Carta abierta a nuestro futuro(a) presidente(a)», Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), estima que para los franceses «una adhesión automática (a Estados Unidos) no es sostenible».
Sarkozy, candidato favorito de la derecha, se ha visto obligado a mantener una posición más crítica con respecto a Estados Unidos tras haber declarado en septiembre en Washington que Francia no estaba «exenta de reproches» y deseado un diálogo «sin arrogancia».
Satirizado no sólo por ello, sino también por haber querido reunirse a toda costa con el presidente norteamericano, Sarkozy dio marcha atrás en enero al declarar que la guerra en Irak había sido «un error». A finales de febrero ahondó en lo mismo al pedir a los estadounidenses que dejen a Francia y a Europa «libres».
«Por el apodo ’Sarkozy el estadounidense’ corría el peligro de que los franceses rechazaran no sólo una política exterior, sino también un proyecto social que consideran un contramodelo para Francia», explicó Jérome Sainte-Marie.
En su página web el candidato centrista Franí§ois Bayrou se declara partidario «de un modelo francés europeo» tan válido o más que el estadounidense porque «el dinero cuenta, pero no debe gobernar la sociedad». Por ello quiere que Europa «pueda contrarrestar el poder de Estados Unidos».
La candidata socialista Ségolí¨ne Royal se ha mantenido en la misma línea al estimar que Francia ha tomado la posición correcta en la contienda bélica de Irak y propone que sea un socio «sin complejos». Además parece haber renunciado a viajar a Estados Unidos, tras haber aplazado una visita.
«Â¿Para qué arriesgarse yendo a Estados Unidos cuando realmente no hay nada que ganar?, se pregunta Pierre Giacometti, director general de Ipsos.