Triste fue el domingo, luego de la noticia de la muerte de Efraín Recinos, quien desde siempre ha sido fuente de inspiración moral para los guatemaltecos, con su creatividad innovadora y su sencillez cálida que hizo reconocer en él, al artista talentoso que demostró sapiencia y amor a su país, por medio de la expresión artística ampliamente reconocida en todo el mundo.
Día a día nos preguntamos por qué algunos países tienen desde científicos hasta deportistas exitosos, pasando por artistas musicales o comediantes con fama; y la respuesta puede ser muy variada, desde el apoyo que el Estado les brindó, la educación que tuvieron desde niños, provocando que ese talento se incentivara o bien que una vez en pleno desarrollo, encontraran con oportunidades de difundirla y con ello, darse a conocer. Finalmente, y quizá más importante, uno de los factores puede ser el reconocimiento que su propia sociedad le brinda, consiguiendo con ello el del Estado y sus autoridades.
Recientemente conocimos también la muerte de Mateo Flores, reconocido maratonista cuyo nombre se inmortalizó al dársele al estadio nacional. Una situación difícil económica y de salud está pasando Teodoro Palacios Flores, gran atleta que en glorias pasadas representó a Guatemala y al igual que Mateo Flores, fueron medallistas en juegos nacionales, centroamericanos y panamericanos. A Teodoro Palacios también se le reconoció nombrando al Gimnasio Nacional con su nombre. Así, hay pocos ejemplos y el nombre del maestro Efraín Recinos entra en ese caudal de grandes valores morales que Guatemala necesita, al nombrársele en su honor a la sala principal del Teatro Nacional, dentro del Centro Cultural Miguel íngel Asturias, por cierto otro gran guatemalteco reconocido por su obra literaria y al cual dicho Centro Cultural se le puso su nombre.
Para las nuevas generaciones estos nombres no son más que lugares a donde ir, pero a muy pocos realmente se les explica que las personas cuyo reconocimiento se les brinda al darles su nombre a lugares de interés colectivo (estadios, teatros y gimnasios) tiene como propósito principal el que la sociedad pueda reconocer la trayectoria y la vida de estas personas ejemplares para el país, y como expliqué al inicio, fuente de inspiración para otros. Es sólo cuando estos grandes valores son expuestos al público, reconocidos socialmente, vitoreados por sus seguidores y documentados por los historiadores, que la sociedad puede consolidarse como un ente verdaderamente social, que promueve su convivencia pacífica y que recibe incentivos para su desarrollo, que antes que económico, debe ser social y moral.
A pesar de que la noticia es contundentemente lamentable, es necesario detenerse un momento y celebrar la vida de un verdadero artista nacional y ejemplar ciudadano, y enseñar a todas aquellas personas que sin saberlo, caminan cerca o presencian sus obras, que hoy nuestro país está de luto, pero un luto lleno de orgullo, expresión de gratitud hacia un gran guatemalteco.