Casi no hay día de Dios en que no haya alguna noticia sobre el aeropuerto La Aurora porque abundan las deficiencias de todo tipo. Cuando no fallan los aires acondicionados, se va la luz o surgen quejas sobre el estado de la pista de taxeo en donde según los pilotos existen baches que ponen en riesgo a las naves. Las autoridades nunca dan explicaciones satisfactorias y es evidente que pocas veces se ha dejado en manos tan ineptas la administración de nuestra terminal aérea como ahora y eso, francamente, es jugar con fuego.
Se trata de una cuestión de suma importancia porque no podemos depender del azar o de la pericia de los pilotos. Se hace indispensable que las autoridades den el mantenimiento debido a la infraestructura para garantizar la seguridad aérea que no es cosa sencilla. Ciertamente la comodidad para viajeros y para sus familiares es un tema inexistente, pero a eso ya estamos acostumbrados, lo que preocupa realmente ahora es que esos descuidos se traduzcan en riesgos adicionales para la navegación aérea. Y es que no se puede tener confianza en quienes administran el aeropuerto, porque si no pueden siquiera lidiar con aires acondicionados o con las plantas de emergencia para evitar apagones, sería absurdo hacerse la ilusión de que en otras cosas sí están cumpliendo.
No pretendemos, ni por asomo, defender el negocio que se hizo con la construcción de la terminal aérea y que fue administrado por la Organización de Aviación Civil Internacional en otro de esos trinquetes que se hacen usando a entidades que gozan de inmunidad para que nadie se meta a contar costillas y exigir que rindan cuentas. Pero la ineptitud que ha tenido la actual administración de Aeronáutica Civil es más que evidente. La arrogancia y prepotencia sustituyen a la capacidad y el talento y por lo tanto el panorama es francamente sombrío.
Las quejas de las empresas de transporte aéreo son constantes y lo mismo de los usuarios de cualquier tipo porque todos coinciden en que no se atiende con criterio técnico ningún problema sino con el empecinamiento de quien sostiene que este macho es su mula. Y están a la vista las deficiencias constantes, los problemas permanentes que se ven agravados por la actitud de un personal que es poco atento y menos eficiente con los turistas, destacando en eso los burócratas de otra dependencia, la SAT, que se lucen para hacerle la vida imposible a quien entra al país.
Insistimos en que todos los problemas se pueden soportar, pero el riesgo en que se pone a la navegación aérea por la incapacidad e ineptitud es algo intolerable y la responsabilidad es del Ejecutivo por nombrar esa clase de funcionarios.
Minutero:
El papel de Sandra Torres
no fue el de pedir favores;
ahora que Fuentes nos cuente
lo que el libro deja pendiente