Ayer se oficializaron las posiciones en el futuro Congreso de la República y se definieron los bloques partidarios. Pero lo más importante es que también queda definida la conformación del Organismo Legislativo como un calco de la presente, puesto que al margen de la afiliación de cada uno de los diputados, lo importante es que volveremos a tener tres grupos bien marcados y definidos.
Por un lado estarán los que tratarán de hacer bien las cosas, proponiendo leyes de interés nacional en el tema de seguridad, justicia y combate a la impunidad, fiscalizando el gasto público y asumiendo la necesidad de reformas profundas que parten de la ley electoral pero que tienen que llegar a la misma Ley de Leyes, es decir, la Constitución Política de la República. Lamentablemente ese grupo, que no es bancada, estará en franca y oprobiosa minoría sin votos suficientes para que no prospere ninguna de sus iniciativas.
En el otro extremo estará otra minoría, compuesta por hábiles operadores políticos que saben cómo se hacen las cosas en el Congreso de la República, que dispondrán de control o influencia en poderosas comisiones como la de Finanzas y que negocian cuanta iniciativa de ley se presenta al Congreso, sea con el Ejecutivo o con los grupos de poder que se mueven alrededor de los diputados para que aprueben o engaveten leyes según sus intereses y conveniencia. Estos también son pocos, pero su capacidad de maniobra y de convencimiento es enorme porque saben dónde está el dinero para asegurar los votos.
Y el tercer bloque es el mayoritario, compuesto por diputados que ni huelen ni hieden, pero que son los que al final de cuentas tienen su voto en venta y se acomodan a las corrientes de conformidad con sus propios intereses. Las bancadas como tales, es decir la fidelidad y lealtad de los diputados a los partidos políticos no cuentan porque en honor a la verdad tanto los bloques parlamentarios como los diputados en lo individual, se acomodan a lo que más les conviene individual o colectivamente.
Así ha sido el Congreso desde hace muchos años, desde antes de la depuración provocada por el serranazo, y no hay posibilidad alguna de que ahora cambie. De los 80 diputados que llegan a estrenarse no saldrán ni cinco para nutrir al primer grupo y quizá menos aún para el segundo porque en ese ya las plazas más importantes están tomadas y los nuevos operadores políticos que llegan tendrán que aprender, primero, cómo se compran los votos para lograr resultados.
Y los de en medio, los que compraron su curul para desquitar lo invertido, listos para colocar su voto en subasta como ha ocurrido ya tantísimas veces.
Minutero:
Hacen falta poco sesos
para hacerse ilusiones;
tenemos nuevo Congreso
pero añejo en tradiciones