El Transmetro operado por la Municipalidad capitalina, los buses rojos y el Transurbano, representan los medios más importantes del transporte público organizado en la ciudad de Guatemala. Si bien es cierto existen vehículos que prestan el servicio de taxis, la forma en que estos funcionan, y sus altas tarifas, hacen que los usuarios no los utilicen con frecuencia. No es extraño, entonces, que la mayor parte del movimiento urbano de pasajeros se distribuya entre las líneas de transporte antes citadas, y los vehículos particulares.
En una primera aproximación, el servicio del Transurbano inaugurado hace algunos meses con bombos y platillos por el presidente ílvaro Colom, aparenta prestarse con bastante regularidad y eficiencia. Sin embargo, existen síntomas evidentes de desajustes en el sistema, que hacen sospechar la presencia de fallas más o menos graves, que van en detrimento del público usuario.
Antes de la primera vuelta de las elecciones generales el pasado 11 de septiembre, parecía que el Transurbano podía ser una buena alternativa de mejor atención y alguna eficiencia en el servicio, frente al desorden y caos que impera en los buses rojos. Desafortunadamente, esa primera impresión pudo ser parte de una estrategia electoral para captar votos a favor del oficialismo y de su aliado político el Alcalde capitalino, señor ílvaro Arzú.
Ahora el Transurbano está exhibiendo su verdadero rostro de mala atención con buses sobrecargados que transitan a alta velocidad, con el consiguiente peligro para la vida de los pasajeros.
En los programas de teléfono abierto de algunas estaciones de radio, constantemente se escuchan quejas por el mal funcionamiento del Transurbano. Las denuncias hacen referencia a rutas operadas con muy pocos autobuses, como la 309 que recorre el trayecto desde la colonia Lomas del Norte en la zona 17, hasta su terminal en la 10ª. avenida y 16 calle zona 1. Los usuarios refieren que en esta ruta solo hay cuatro autobuses y que los mismos pasan cada hora.
Otro punto de insatisfacción, es que en vez de respetar la tarifa autorizada de Q1.10 por pasaje, en algunos de los autobuses del Transurbano están cobrando Q 2.00 en medio de una impresionante impunidad ante la tolerancia de las autoridades municipales.
Las personas de la tercera edad también han sido víctimas de maltrato, pues la Tarjeta Dorada que los exime del pago, no funciona automáticamente al ponerla frente al respectivo aparato lector. Por ello, los choferes tienen que halar un botón para que los ancianos puedan ingresar. Desdichadamente, algunos pilotos ven con desprecio a las personas de la tercera edad, y deliberadamente no accionan de inmediato el dispositivo.