Alocada escultura inaugura nuevo centro de arte en Buenos Aires


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Una nueva escultura monumental del artista brasileño Ernesto Neto debutó en el distrito bonaerense de Puerto Madero, donde silos y bodegas en estado de descomposición han dado paso a un paisaje futurista de elevados rascacielos y hoteles de lujo.

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Por MICHAEL WARREN

Tejiendo a marchas forzadas con 30 ayudantes durante dos meses, Neto llenó un vasto espacio en un antiguo granero con coloridas telas de crochet, punto tras punto. A continuación cubrió las redes con miles de pelotas de plástico para crear caminos basculantes que la gente pudiera recorrer, y lo suspendió todo de las paredes y del techo.

El resultado es una enorme forma orgánica que parece flotar sobre el suelo, como una red de lianas en el toldo de la jungla amazónica. Pero el trabajo, que requiere de interacción, solo estuvo completo esta semana, cuando llegó su público.

Esto es arte que se supone la gente debe tocar, empujar e incluso colgarse de él, dejando aflorar su yo animal mientras trepan vacilantemente por sus suaves y flexibles formas. Algunos visitantes se quejaron de que la experiencia era inquietante, pero Neto dijo que «la estabilidad no es normal».

«La gente tiene miedo de la inestabilidad, pensando que es una crisis. Pero la inestabilidad es lo natural», expresó Neto el jueves al darle la bienvenida al público para que se una a sus hijos, que ya estaban jugueteando sobre él en la escultura que el artista llama «Hiperculturalocura en el vértigo del mundo».

Neto fue invitado por el magnate hotelero y promotor inmobiliario argentino Alan Faena para crear la obra para su recién inaugurado Faena Art Center, que ofrecerá un animado calendario de música, arte y cultura. Junto con el cercano museo de arte Fortabat y actuaciones musicales patrocinadas por su Hotel Faena, el centro da a los visitantes una razón convincente para salir del centro histórico de la capital argentina y explorar una parte de la ciudad donde un boom de la construcción ha dejado atrás la vida pública.

Latinoamericanos acaudalados han comprado los lujosos apartamentos del distrito como inversión frente a la inflación, pero muchos permanecen aún vací­os.

«Toda la construcción humana es muy árida, seca, cuadrada. Para mí­, Puerto Madero es muy distinto que el centro de Buenos Aires», dijo Neto. «Mi trabajo es distinto, orgánico, acogedor. Si podrí­amos construir casas como árboles, creciendo orgánicamente, trabajando con la naturaleza para crecer… Es una fantasí­a que tengo… Somos la naturaleza. No hay una separación. Es una simbiosis. … Estamos acá para vivir, para saber que la vida es buena, para estar feliz».

A principios de los 1900, Puerto Madero ayudó a alimentar al mundo con granos y carne, y el antiguo granero donde ahora cuelga la obra de Neto estaba en el epicentro de todo esto, procesando hasta 1.000 toneladas de trigo al dí­a. Pero la propiedad habí­a estado decayendo por años cuando Faena la compró en febrero del 2002, en el peor momento de la última crisis económica de Argentina.

El momento era fabuloso. El dinero entró a raudales cuando la economí­a argentina viró de la quiebra a la expansión. Sus propiedades ahora incluyen un lujoso hotel, espacios de vivienda y oficinas que se extienden por siete cuadras de la ciudad.

«Este centro de arte es parte de toda la visión», dijo Faena, ataviado con su caracterí­stico traje blanco, desde su amplio sombrero hasta sus zapatos de diseñador, mientras inauguraba el centro. «Tomamos un espacio que habí­a quedado destruido, abandonado por la ciudad, y construimos un centro nuevo de arte».

El arte ha traí­do nueva vida a decayentes paisajes urbanos en todo el mundo. Llegan los artistas, abren las galerí­as, luego los apartamentos de lujo y más aburguesamiento. Pero en este sector de Buenos Aires, por lo menos, ha sucedido lo opuesto.

«Están saltando etapas a los apartamentos de lujos, y el arte los sigue», dijo la directora de arte internacional de la galerí­a londinense Tate Modern, Jessica Morgan.

Desde luego que los espacios artí­sticos dependen de las personas que acuden a ellos, de ahí­ la importancia del Faena y del dinero que puede proporcionar como parte de sus comisiones, dijo Morgan. «Se trata de crear algo nuevo y dar una oportunidad a los artistas a que experimenten en un espacio muy singular.

«Buenos Aires tiene una historia tan vigorosa de arte moderno y contemporáneo. Ha sido un lugar de formación de movimientos artí­sticos desde principios del siglo XX, con galerí­as muy buenas, excelentes artistas jóvenes… Es un lugar donde uno no puede estar sin tener la sensación de la cultura contemporánea viva. Y sigue evolucionando».

Evidentemente, Faena está emocionado de que su galerí­a ocupe un lugar central en esta tendencia.

«Este es el momento argentino», dijo. «Buenos Aires es una ciudad que no tiene que envidiar a ninguna otra en el mundo».