La inteligencia espiritual pone en juego el desarrollo pleno no sólo de la persona sino de los pueblos y de las culturas.
Todo ser humano en toda comunidad dispone de una inteligencia espiritual que no se adscribe a obediencia religiosa determinada. Que conste que puede existir una espiritualidad laica, y hasta agnóstica o ateísta (el budismo es un ejemplo). Esto va a escandalizar a algunos de mis “amigosâ€. No lo siento. Yo no voy a agredirlos quizás sean ellos los que chocan con un hombre que busca, entre otras cosas, alguna forma de sentido y que trata de ser coherente en su forma de vivir con un profundo sentido de la justicia, de la solidaridad etc. pero que, quizás en esta “faseâ€, no necesite de religión organizada alguna. Puedo caminar, pero que no me busquen zahiriéndome, porque me encuentran. “Cuando era niño, pensaba como niño, comía como niño etc.â€
Más allá de fenómenos religiosos respetables, todo ser humano tiene un sentido y unas necesidades íntimas de orden espiritual (no se asusten del término tan tergiversado y explotado; en griego es pneuma, hálito… es no sé qué que nos conmueve en forma de ausencia, de misterio, de asombro, de momentos felices, de belleza, de bienestar, de amistad, de amor… de cierta forma de trascendencia (otro término usado y ab-usado hasta extremos ridículos).
En contextos de anemia espiritual como el presente, dice el autor, el desarrollo de la inteligencia espiritual (como lo fue la emocional gracias a David Goleman y a otros) abre horizontes nuevos en el corazón mismo de la rutina diaria, de la inmediatez y del aquí y ahora.
Es un libro que pretende dar a conocer las capacidades de la inteligencia espiritual, cómo se la cultiva y qué beneficios produce para el desarrollo integral de la vida humana. Explora las consecuencias individuales y colectivas de su atrofia, e invita a imaginar estrategias para educarla y estimularla en nosotros sin confundirla con religión alguna. Aunque en muchas de ellas la han sabido desarrollar mientras que en otras han implantado el fanatismo, la dependencia y el miedo.
Debemos educarnos y desarrollar nuestra inteligencia espiritual para ser más libres, para conocernos mejor, para identificar, explorar y elegir valores propios y comprender los de los demás, para expresar nuestra creatividad en el arte, para cooperar en comunidad, para ser más felices.