Los tres punteros con grado militar


Oscar-Clemente-Marroquin

No deja de ser curioso que en un paí­s que tiene pasiones tan marcadas por el tema del militarismo luego de los años de conflicto armado interno y donde persisten tensiones derivadas, no sólo de esa cruel confrontación sino que en algunos casos hasta de la polarización que nos dividió artificialmente en 1954 entre comunistas y anticomunistas, los tres candidatos que acumularon más votos para la Presidencia de la República hayan tenido, además de la compañí­a de una mujer para la Vicepresidencia, el común denominador de ostentar un grado militar.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

 


Ciertamente el único combatiente dentro de las filas militares es el general Otto Pérez Molina, quien llegó a General y con ese rango fue encargado de firmar los Acuerdos de Paz en nombre del Ejército de Guatemala, lo que le generó muchas antipatí­as entre sus mismos compañeros de armas que se oponí­an a suscribir tales acuerdos que siempre consideraron como una especie de rendición incondicional.
 
  En cambio Manuel Baldizón y Eduardo Suger tienen sus despachos como oficiales del Ejército, pero como reservistas, siendo al fin de cuentas militares ambos. El primero porque se formó en una de esas academias militares que hay en el paí­s y que llevan el nombre de Adolfo Venancio Hall, el joven cadete que destacó en la batalla de Chalchuapa junto a Justo Rufino Barrios y a quien el entonces Presidente le ordenó que diera vuelta a los galones de sargento para que se hiciera efectivo su ascenso a coronel. Miles de jóvenes guatemaltecos han pasado por esos centros de formación que han tenido una importante consecuencia en la eliminación de barreras entre los civiles y militares porque enseñan a la juventud la vida en milicia y no sólo a compartir experiencias, sino también a entender la filosofí­a de la institución armada.
 
  En el caso de Suger sus despachos militares le vienen de los tiempos en que junto a Muso Ayau se propusieron que la Universidad Francisco Marroquí­n fuera el alma máter de los militares en su formación profesional no castrense. Prácticamente toda la oficialidad del Ejército pasó, en su momento, por la UFM haciendo maestrí­as en Administración o en gestión pública que luego les abrieron las puertas en la empresas privada cuando vino el momento del retiro, además de que utilizaron los conocimientos adquiridos en el desempeño de sus funciones militares en destacamentos y cuarteles de todo el paí­s. Cuando Suger y Ayau se separaron y surgió la Universidad Galileo, fue ésta la que se encargó de completar la formación de los oficiales del Ejército, lo que evidencia que el arreglo era en realidad más con el doctor Suger que con el Muso y sus seguidores.
 
  O sea que en cualquier circunstancia el Ejército habrí­a quedado bien representado con cualquiera de las tres candidaturas más importantes en el paí­s, lo cual a lo mejor significa que estamos ya en camino de emprender una nueva visión que termine con ese divisionismo profundo que hay entre chafas y pachucos para generar una nueva fuerza de guatemaltecos que, al margen de su formación y gusto por las armas, podamos trabajar seriamente para transformar al paí­s en forma firme pero pací­fica.
 
  El grado militar de los tres candidatos está actualmente archivado y en reserva o jubilado. Pero indudablemente que para un paí­s con las graves y profundas diferencias que hay entre civiles y militares, no deja de ser una paradoja que entre los tres aspirantes más fuertes a la Presidencia hayan capturado casi el 70 por ciento de los votos, siendo los tres oficiales del Ejército, cada uno en distinta condición.