El presidente que salga electo debiera llamar al saliente para ponerse de acuerdo en que a partir del 15 de enero de 2012, un día después de la toma de posesión, pudiera empezar a combatir eficazmente a la delincuencia que impera en todo el país. El combate al crimen organizado o no, debe ser inmediato, porque no pasa un día sin que hayan muertos hombres, mujeres y niños, choferes, ayudantes, pasajeros en determinado sitio y hasta aquella gente que, en mala hora, vaya pasando en donde ocurren todo tipo de asaltos, represalias o el más vil de los chantajes. La mayoría de las víctimas no son haraganes o indigentes. Son gente honrada y trabajadora cuyo pecado ha sido salir a la calle a ganarse honradamente el pan con el sudor de su frente.
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Está visto y demostrado que ninguna fuerza policial o militar ha sido capaz de combatir eficazmente a la delincuencia, mucho menos inteligentemente. ¿Qué vamos a hacer?, ¿seguir sentados a la orilla de la banqueta viendo cómo cada día hay más viudos, huérfanos y seres humanos llorando el infortunio causado por la indolencia, irresponsabilidad o incapacidad de presidentes, ministros, directores, comisionados y demás funcionarios que desde muchos años atrás siguen propiciando con su irresponsable actitud tantas desgracias? Es hora pues de hacer algo y qué mejor, si pudieran adelantarse los acontecimientos.
Desde ahora debiera estarse conjuntando la fuerza de combate a la delincuencia, para que estuviera bien armada, mejor capacitada, excelentemente bien coordinada y sobre todo, depurada con los más estrictos métodos de selección. Hay que perseguir a tanto pícaro sin contemplación alguna, por diferentes medios y sistemas, debiéndose evitar que salgan a la calle a pie o en cualquier clase de vehículos sin demostrar su identificación y constancias de trabajo honrado y digno. Habrá que llegar hasta donde residan, pernocten o se mantengan satisfaciendo los vicios que la gran mayoría tienen y satisfacen con el dinero obtenido de sus delitos.
No sería justo que quien resultara electo empezara pidiéndonos paciencia, mientras vayamos a seguir viendo pasar a funcionarios, diputados, jueces y tantos más de cuello grande viajando en lujosos vehículos, custodiados por una andanada de guardaespaldas, mientras desde el más sencillo hasta el más encopetado ciudadano siga aguantando el acoso insistente de las pandillas de delincuentes.
Claro, es sobreentendido que además del combate frontal en contra de tanto marero, narco o demás pícaros que andan sueltos por todas partes, habrá que hacer el trabajo social, político y económico necesario para arrancar al enorme conglomerado humano guatemalteco que tanto tiempo tiene de estar sumido en la pobreza sin embargo, habrá que empezar por el principio, poner orden, acabar con las armas ilegales y destruir las estrategias del enemigo sin más excusas ni pretextos. Para luego es tarde, pues para los actuales funcionarios está visto y demostrado, que eso, simplemente “les viene del norteâ€.