En una columna publicada hoy, el Embajador de Israel en Guatemala dice que el camino para resolver el problema del Medio Oriente no está en una resolución de Naciones Unidas en la que se ordene el establecimiento del Estado Palestino porque antes se tiene que llevar a cabo un proceso para cimentar las posibilidades de paz. Indigna que un diplomático nos quiera ver la cara de pendejos a todos, puesto que justamente los mismos argumentos que él usa en contra de la “intromisión†de la ONU son los que pudieron decirse contra la resolución que avaló Guatemala cuando se dispuso, en noviembre de 1947, dictada por la misma Asamblea Nacional de la Organización de Naciones Unidas a la que ahora se le quiere impedir que en un acto de justicia haga lo mismo para restablecer el derecho palestino al Estado que la misma ONU les cercenó.
La postura extremista del actual Gobierno de Israel no le otorga al Embajador en Guatemala autoridad moral para hablar de las condiciones en que tiene que darse la creación del Estado Palestino. Nuestro país tuvo un papel destacado en la creación de Israel y por lo tanto ahora tiene la obligación moral de hacer lo mismo con los palestinos, a menos que se quiera consagrar como verdad la maledicencia de que el voto de Guatemala fue a cambio de un muy especial soborno.
Porque un país no puede tener dos raseros para juzgar situaciones idénticas y tanto derecho tiene el pueblo de Israel a tener su propio Estado en el territorio histórico que les perteneció, como los palestinos a lo propio. Es obvio que tienen que darse condiciones de pacífica convivencia, pero ello implica también poner fin al guerrerismo y la prepotencia que todavía se observa en escritos que quieren dar lecciones pero son muestra de intolerancia, de intransigencia y la prepotencia que hace tanto daño.
Tienen del cogote al pobre Presidente de los Estados Unidos en su desesperación por no perder el apoyo de los influyentes judíos norteamericanos (que le acaban de dar una lección en Nueva York para que entienda quién realmente manda) y eso les asegura el veto del Consejo de Seguridad. Es ese chantaje el que ha hecho tan poderosa la posición de Israel y algo que se tiene que entender para asumir la situación que se vive en el Medio Oriente.
Obama, quien pretendía consolidar la paz mediante el apoyo a la tesis de los dos Estados, está maniatado por el poderío sionista (y el concepto cabe perfectamente aquí), que puede resultar fundamental en su afán por la reelección y, como buen político, renunció a principios para mantener esperanza de votos.
Minutero:
Es ya cuestión de destino
que exista Estado Palestino;
para hacer el caminito,
de la paz es requisito