En esta columna hemos sido consecuentes con el pensamiento de importantes sectores, en el sentido que las elecciones en Guatemala son una mera formalidad para “legitimar†el mantenimiento inalterable del orden establecido bajo los parámetros del sistema capitalista y su etapa salvaje el neoliberalismo.
No nos cansaremos en repetir, que las elecciones no tienen un poder mágico para cambiar la situación de pobreza, violencia, creciente impunidad y desigualdad social. En este contexto poco alentador, no importa quién gane en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Con el general Otto Pérez Molina o con el empresario y abogado Manuel Baldizón al frente de la Presidencia de la República, todo seguirá igual o peor.
A ese respecto, el periodista Marcelo Colussi de la Agencia Argentina de Prensa, Argenpress, escribió un artículo titulado: Elecciones en Guatemala. Más de lo mismo. Entre otras cosas señala que, los dos aspirantes presidenciales que disputarán la segunda ronda electoral el 6 de noviembre, tienen el denominador común que sus propuestas son claramente de derecha, conservadoras, sin alternativas reales para las verdaderas necesidades de la población guatemalteca.
Agrega que “para las grandes mayorías populares, estamos ante un fabuloso “más de lo mismoâ€. Decir que “ganó el país†o que “ganó la democracia†a esta altura puede sonar ya casi como insulto a la inteligencia.
Dice que “…en el país hace un cuarto de siglo que existen presidentes electos en elecciones libres, pero no se come muy bien que digamos (51% de la población vive bajo el umbral de la pobreza), la salud es un bien de lujo con un sistema sanitario público al borde del colapso, y la educación sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes (25 % de la población es analfabeta total) y solo un 2 % llega a la universidadâ€. Con gran ironía, el periodista de Argenpress expone que no pareciera que la democracia de Guatemala haya solucionado mucho.
Colussi finaliza su trabajo subrayando que “la mano dura†enarbolada por Pérez Molina, “como toda propuesta de endurecimiento en lo político, más allá de glorificar conservadores ideales de derechización, no puede mejorar las condiciones reales de la población. Es como intentar apagar un incendio con baldazos de gasolina. Si hay tanta delincuencia esparcida por ahí, eso no se puede arreglar “matando delincuentesâ€.
Por otro lado, el populismo de Manuel Baldizón no augura ninguna posibilidad de transformación en nada, más allá de la comprensible esperanza casi mágica que puede despertar en una población desesperanzada. En definitiva entonces, todo indica que, gane quien gane, no habrá sino más de lo mismoâ€.