Es necesario un proceso electoral tranquilo



Lic. Mario Roberto Guerra Roldán

La Ley Electoral y de Partidos Polí­ticos prescribe, que el proceso electoral debe desarrollarse en un ambiente de libertad y plena vigencia de los derechos constitucionales, de manera que las campañas electorales y toda actividad polí­tica puedan realizarse sin que se afecte el proceso ni la pureza de los resultados.

Este es un tema de suma importancia para los partidos, para los ciudadanos y para el propio gobierno. La seguridad ha sido preocupación de académicos, estadistas y polí­ticos, ya que sin ella la democracia no puede sobrevivir, sobre todo una incipiente y tambaleante como la nuestra, que se asienta sobre cimientos inestablemente débiles, pues dicho régimen polí­tico presupone la existencia de un orden derivado de la seguridad, que permite la expresión de oposiciones y de conflictos, dentro de una situación de conductas consensuadas. Es decir, que fundamento importante de la democracia viene a ser el resultado de tal consenso, con prioridad a la conformación de una comunidad polí­tica.

De lo anterior se infiere, que la libertad es un derecho que conlleva la existencia de la seguridad, la que llega a confirmarse con la realización de tal derecho.

En Guatemala nadie puede negar que hay libertad para el ejercicio de los derechos constitucionales, pero se ve constreñida por la evidente ausencia de seguridad. Estamos siendo testigos de una situación que linda con el caos y que socava, en forma casi incontenible, las bases que se construyeron al iniciarse la llamada apertura democrática y que pretendieron consolidar los Acuerdos de Paz.

Dentro de este contexto se avizora un proceso electoral de incertidumbre, porque los principales actores, los partidos polí­ticos, no han tomado conciencia de los graves problemas que nos están hundiendo, pues, o los ignoran, o los implican en sus actividades electoreras para llevar agua a su molino. Conducta reprochable que los retrata de cuerpo entero y que proyecta la imagen de lo que serí­an de llegar al poder.

Como lo señalé anteriormente, el consenso en las reglas del juego es importante para afrontar nuestros graves problemas. Pero en vez de ello, gobierno, partidos y candidatos, obcecadamente y/o por egoí­smo, solamente atienden sus intereses, actitud con la que, además, dividen mayormente a la ya fragmentada sociedad guatemalteca.

Sin que abandonen sus actividades electorales, deberí­an de tomar conciencia de la problemática nacional y formar un frente consensuado, para que el proceso electoral se desenvuelva en un ambiente de plena libertad y seguridad, y así­ arribar a unos comicios transparentes que reflejen la voluntad popular, en rescate de la vencida y, todaví­a, lactante democracia.