¡Al fin!, después de un inusitado fragor de batalla, ya tenemos un nuevo y virtual presidente electo, así como vicepresidente, todo un voluminoso número de diputados al Congreso y al tristemente célebre PARLACEN y, además, a otra larga sarta de alcaldes y concejales.
En todo el ambiente nacional ha vuelto, relativamente, la calma tan pronto como se ha efectuado otro juego de políticos y politiqueros; pero, ojalá, ¡ojalá! –recalcamos– que no sea una calma chicha, sino la que se necesita para que haya más o menos plena normalidad en el país.
El triunfo del partido Patriota fue determinado, indudable y fundamentalmente, porque su gallo de pelea, Otto Pérez Molina, infundió confianza en el seno de la ciudadanía, pues bajo palabra de honor ofreció seguridad, una seguridad que es indispensable, sumamente indispensable para que todo el carro camine bien; es decir, para que empuje convenientemente todo lo demás que está afectando a nuestra pobre patria y al pueblo. Andan mal la economía, los servicios de educación y de salud, casi no hay fuentes de trabajo, por lo que se requiere de una real y positiva obra de Estado.
Es deseable y exigible que las promesas hechas durante la campaña político-electoral por los victoriosos y victoriosas sean cumplidas realmente en todo lo posible para que no se crea que todo fue un “blofâ€, salpicado de mera demagogia barata…
La situación financiera anda como con muletas o en silla de ruedas, muy coja, en la administración pública, por lo cual habrá que solucionarla sobre la marcha.
El extralimitado o excesivo endeudamiento del Estado ante los poderosos de la banca extranjera ha sido un factor propicio para hacer frente –digamos– a las gordas obligaciones de quienes timonean la nave gubernamental que ha estado como a punto de zozobrar. En vez de endeudar tan desmesuradamente al país debería hacerse ímprobo esfuerzo para realizar una obra de verdaderos estadistas, no de simples burócratas no apartados del montón.
Guatemala, como es sabido, es altamente privilegiada por la Naturaleza. Tiene óptimas condiciones para lograr un desarrollo que la saquen del estancamiento en que la han dejado los hombres con h y los sin h que han pasado por los puestos de mando.
Países de otras latitudes, cercanas y lejanas, sin ser privilegiados por la Madre Natura, han arrumbado los caites del subdesarrollo en virtud de las meritorias realizaciones de sus timoneles. Para ejemplificar, aunque sea a la ligera, mencionamos a Israel, que ha alcanzado una superación integral en un territorio bastante árido, en gran parte casi desértico. Incluso le ha robado espacios al mar, y es un exitoso exportador de muchos productos agrícolas, industriales de reconocida calidad y, como lo ha demostrado, se ha convertido en un pequeño gigante del Medio Oriente, con la capacidad necesaria para hacerse respetable y envidiable. Lo mismo podemos decir respecto de Taiwán, República de China, que es otro pequeño gigante que se yergue orgullosamente en el sudeste asiático.
Aquí, este cuasi anarquizado patio centroamericano debe erigirse, con buen trabajo de estadistas de altos quilates, otro gigantito como los que hemos citado, en lugar de ir caminando como el cangrejo por las desgracias de la politiquería que se ha enseñoreado a lo largo y a lo ancho de la ístmica parcela…
Disculpen, apreciables lectores, lo que puede parecer una digresión, mas nuestra intención es la de dar una breve ilustración en cuanto a la diferencia de lo que hacen los gobernantes de otros liliputienses estados y los que han empuñado las riendas del poder aquí, después de los hombres de la Revolución democrática de Octubre del 1944…
Los políticos –ciudadanos y ciudadanas– que han conquistado las principales posiciones de la burocracia deben demostrar con hechos y no con meras palabras lo que demanda el pueblo, un pueblo que casi, casi ha sido relegado al olvido por quienes por las buenas o por las malas han tenido la sartén por el mango en el apetecido guayabal…
Ya habrá oportunidad de ir al paso de la cuestión político-electoral, sobre todo en la segunda vuelta que, por cierto, suscita interés intramuros y extramuros. Y, a propósito, el grueso del electorado confirmará en las urnas el 6 de noviembre, en opinión de mucha gente que quiere frenar la inseguridad personal y patrimonial y todo lo demás que tiene nociva incidencia en la vida nacional, a Otto Pérez Molina ¡para no ir a remolque de intereses bastardos ni de los dictadores que se han impuesto a la soviética pretendiendo eternizarse en el Caribe y en el sur!…