Los guatemaltecos tenemos en suelo patrio, desde ayer, a los reyes de España en visita oficial y la verdad es que puede sentirse lo que significa recibir a una visita educada, respetuosa de los anfitriones y que demuestra cultura y buenas maneras. Cierto es que el terrorismo es un peligro para cualquier jefe de Estado de cualquier país del mundo y que tienen que tomarse precauciones para resguardar la vida de los líderes cuando viajan a otras naciones, pero esas precauciones tienen que estar dentro de los límites del respeto a la tranquilidad del país anfitrión.
España vivió en carne propia los efectos del terrorismo con los atentados a las estaciones de tren del 11 de marzo del año 2004 y obviamente sus autoridades pueden considerarse como en permanente riesgo, sobre todo porque si bien su tropa fue retirada de Irak, permanece en Afganistán en la acción internacional en contra de las fuerzas de Al Qaeda. Sin embargo, al visitar los pueblos latinoamericanos, los reyes de España han actuado con las buenas maneras que uno esperaría de un invitado, es decir, acogiéndose a las medidas normales de seguridad y protección, pero sin exagerar al punto de que los países por ellos visitados perdieran hasta la soberanía, no digamos la dignidad.
Las viejitas solían decir que las buenas costumbres y la educación están relacionadas con la cuna, criterio que no compartimos totalmente pero que a veces encuentra sustento cuando algún patán pone de manifiesto lo que significa el abuso, la prepotencia y la arrogancia de quienes se comportan como el «nuevo rico» que goza con la ostentación. Evidentemente los reyes de España tienen costumbre en el ejercicio del poder y saben que en su relación con otros pueblos ganan mucho si no provocan alteraciones profundas que afecten la vida de los habitantes de países que les reciben en visitas de Estado. Y quienes no somos monárquicos, podríamos pensar que la tendencia sería diferente, es decir, a que las añejas coronas europeas, viviendo de pasadas glorias, trataran de ostentar a falta de un poder efectivo y decisivo, pero al menos los reyes de España nos dan una lección como estadistas al comportarse con mesura, educación y respeto hacia los anfitriones.
Somos de la opinión que si alguien cree que no está seguro fuera de su casa, mejor se queda en ella donde puede hacer lo que le venga en gana para incrementar su protección. Y si decide hacer una visita, lo tiene que hacer tratando de causar el mínimo perjuicio al anfitrión. Eso es lo que dicta la buena educación y las buenas costumbres que no deben ser cuestión de alcurnia sino de sentido común, de elemental respeto al derecho ajeno y hasta de un buen criterio político para utilizar los viajes en el esfuerzo por ganar amigos.