Inmensa diferencia entre votar y elegir


Eduardo_Villatoro

Para los guatemaltecos en general el sistema democrático es un proceso polí­tico que culmina con la elección del Presidente y Vicepresidente de la República, de diputados al Congreso y miembros de corporaciones municipales.

Eduardo Villatoro

 


Desarrollado ese expediente, se da por sentado que el paí­s se sustenta en los valores de la democracia representativa, y el ciudadano ajeno a organizaciones polí­ticas, a las que tolera y hasta llega a creer en las promesas de los aspirantes a los cargos en disputa, aunque los detesta y desprecia, una vez que ha depositado sus boletas en las urnas electorales, se olvida de que cumplió con lo que llama su deber cí­vico, y no exige la ejecución de los proyectos planteados por los polí­ticos y que las actuaciones de éstos sean legales y legí­timas.
   Los mandatarios, desde un concejal hasta el Presidente, han sido designados mediante comicios libres; pero la mayorí­a de los ciudadanos sólo ha votado sin haber elegido previamente a sus prospectos, porque el sistema democrático es débil, precario y mediocre, básicamente porque los partidos polí­ticos suelen ser propiedad de un caudillo o de un grupo de personas que responden a los intereses de la plutocracia, a causa de la ausencia de un proceso democrático en el seno de esas organizaciones.
   Un de factor determinante que podrí­an conducir al establecimiento de un real sistema democrático consistirí­a en elecciones primarias dentro de los partidos polí­ticos, partiendo desde las propias bases de esos colectivos e, incluso, con la participación de ciudadanos que no militan en los mismos, para que la delegación del poder polí­tico refleje la auténtica voluntad de los electores, incluyendo, por supuesto, sus necesidades colectivas.
   De esa cuenta, la polí­tica partidista se verí­a fortalecida, serí­an depuradas las organizaciones de esa í­ndole, se terminarí­a con cacicazgos y la imposición de intereses muy personales de carácter mercantil, porque las elecciones internas serí­an supervisadas por los mismos electores desde los más elementales escalafones y ejecutadas con transparencia. Significarí­a la inmensa diferencia entre votar y elegir.
   Mediante este hipotético procedimiento, existirí­a la posibilidad de que los polí­ticos que aspirasen a posiciones de elección popular, serí­an escrupulosamente examinados por sus mismos conciudadanos para que cumplan con elementales requisitos de honestidad, incluso en su vida privada, además de tomarse en consideración elementos referentes a capacidad, personalidad, escolaridad y experiencia.
   En cualquier empresa que requiere los servicios de una persona para determinado empleo, por sencillo que sea, el aspirante debe satisfacer básicos requisitos, tal el caso de un oficinista que, por lo menos, debe saber escribir a máquina, o un taxista que tiene que contar con licencia de conducir, ya no se diga de otros puestos más relevantes dentro de la relatividad de nuestro entorno socioeconómico.
   Pero en Guatemala cualquier ignorante aspira a ser alcalde, un patán se postula para diputado y un palurdo pretende ser Presidente, porque el ejercicio polí­tico es visto como medio para obtener beneficio propio y saldar deudas de sus financistas.
   Mientras no se democraticen los partidos polí­ticos, se seguirá sufragando cada cuatro años por personas y grupos que se enriquecen ilí­citamente y multiplican las fortunas de los oligarcas. Medite si vale la pena votar en estas condiciones.
   (El votante Romualdo Tishudo le comenta a un amigo:-El titular de esta noticia polí­tica dice “Se están violando los derechos”.  Menos mal que yo soy zurdo).