El sistema democrático se fundamenta en la división de poderes. Al elegir todos los ciudadanos debemos estar conscientes que entregamos un mandato, delegamos nuestra soberanía en quienes nos representarán en el Organismo Legislativo, Ejecutivo y en la corporación municipal donde residimos.
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En democracia el ideal es que existan frenos y contrapesos, que no se dé el caso que el Presidente o el Vicepresidente de la República con una llamada telefónica logren que el Organismo Legislativo, ya no digamos en el Organismo Judicial, se obedezcan sus deseos o mandatos.
La Constitución de la República prevé y establece la separación de poderes, las atribuciones y competencias entre los diferentes organismos del Estado. Adicionalmente, contempla que ninguna orden o disposición ilegal o improcedente debe ser obedecida por funcionario público alguno.
Cada cuatro años los votantes determinamos quién nos representará a través del ejercicio del sufragio. En el Organismo Legislativo está previsto evitar que las minorías no estén representadas. Por ello, históricamente el Congreso se ha integrado prácticamente por todos los partidos políticos que compitieron. Si un partido no es merecedor de lograr por lo menos un diputado deja legalmente de existir, como de hecho ya ha sucedido con partidos como el Movimiento de Liberación Nacional, Democracia Cristiana, el Partido Revolucionario y como probablemente sucederá con partidos que actualmente participan, que se han quedado sin la representatividad adecuada y por consiguiente, aun cuando registralmente mantengan el número de afiliados y de organización suficiente, en la realidad son sólo un cascarón.
Al dirigirnos a ejercer nuestro sufragio y recibir las papeletas correspondientes muchos de nosotros no votaremos por un símbolo, sino específicamente por una persona. Por ello, es casi seguro que nuestro voto será diferente en la papeleta donde elegimos diputados por el Listado Nacional de cómo votaremos en la papeleta por diputados distritales.
Lo mismo acontecerá en nuestra elección de diputados para integrar el Parlamento Centroamericano, igual hecho se producirá en la elección de alcalde y miembros de la corporación municipal.
En mi caso particular, debo de expresar que me impresiona el elevado número de personas que me han preguntado cuál es mi opinión o decisión de voto, al respecto debo reconocer que en cuanto a quién votar como binomio presidencial he decidido votar por alguien que no encabeza las encuestas, considerando que el 6 de noviembre, en segunda vuelta, es cuando mi voto será determinante en cuanto a comprometer mi opinión por uno de los dos binomios que pasen a esa casi segura segunda vuelta.
En el Listado Nacional ya dejé entrever mi opinión y no cambiaré la misma. Como empadronado en el Distrito Central estoy obligado a votar por un candidato a representarme en este distrito donde para ser electo se requiere más votos reales que en cualquier otro distrito. Votaré por un símbolo donde se incluye el nombre de un diputado por el que nunca antes he votado.
De la papeleta del Parlacen no tengo duda, ni problema. La persona que he decidido reciba mi representación y voto es una mujer, madura y competente. Para concluir, en la capital, con sus pros y con sus contras, votaré para alcalde por alguien viejo y conocido que espero se dedique a resolver a fondo los graves problemas pendientes de drenajes, de agua, de tránsito y de seguridad preventiva.
En otras palabras, mi voto es específico y cruzado, espero que el suyo también, por el bien y futuro de nuestra patria.