La responsabilidad de las encuestas


john-carrol

Estoy totalmente de acuerdo con la libertad legal que existe actualmente de hacer y publicar encuestas del proceso electoral de nuestro paí­s. Es más, no comparto el criterio de impedir su realización o publicación cierto número de horas antes del dí­a de comicios, a mi juicio el hacerlas o publicarlas debiera de ser permitido hasta el mismo dí­a de las elecciones. Cada cuatro años, invariablemente, los polí­ticos que optan a ser elegidos salen apoyándose en las mediciones, si estas les favorecen y despotricando contra ellas si los resultados no suenan como música para sus oí­dos.

John Carroll

 


Es cierto que las encuestas son de mucha utilidad y a mí­ me gusta verlas como simples instrumentos de medición que los mercadólogos utilizan como cuando miden los resultados de cualquier producto o servicio que los consumidores tengan a su alcance. También es cierto que como sucede con cualquier producto o servicio el diseño, la metodologí­a y su aplicación pueden hacer variar los resultados de tal manera que podemos obtener información valiosa o simples aberraciones estadí­sticas.

En todo caso creo que es fundamental que las empresas que las elaboran, interpretan o publican sean responsables con los consumidores y nos muestren un análisis comparativo profundo una vez los resultados oficiales estén a la vista para que nosotros podamos escoger con mayor tranquilidad cual será el proveedor de información confiable y cual no. Debieran pues los señores encuestadores, ante la necesaria exigencia de los medios, presentar los resultados de sus estudios contrastando con la realidad y promocionar sus aciertos, pero por supuesto también reconocer los resultados erráticos. Es responsabilidad de los medios ante sus clientes publicar estos análisis cruzados a página completa y cambiar de contratista en caso el elector, escucha o televidente sea mal servido con mala información.  Claro que a ningún medio le gustarí­a hacerlo, pero definitivamente serí­a la forma de corresponder a los clientes que el dí­a de las publicaciones elevaron sus tirajes y ratings.

Es una realidad que los resultados de las mediciones pre electorales influyen en las decisiones de los votantes, sobre todo de los votantes más intelectuales, informados y educados. Las encuestas son para los votantes sofisticados lo que las cancioncitas y la retórica de parque son para el electorado menos educado. Y muchas veces el chancle polí­tico hace alarde de su análisis sin notar que al final de cuentas su decisión es tomada bajo influencia de la información que recibe, al igual que el votante raso, muchas veces de muy mala calidad y de dudoso origen técnico.
Fuera de la crí­tica que se le pueda hacer a las encuestas de todas las calidades técnicas o morales es necesario reconocer que es una bendición contar con un sistema legal que permita elaborarlas y publicarlas porque prohibirlas, como han sugerido algunos, serí­a desastroso para nuestro incipiente sistema democrático que no republicano. La elaboración y encargo de las mediciones puede ser muy profesional, puede ser muy deficiente y también puede tratarse de simples campos pagados con gráficas de barra inventados, como se han visto, a sabor y antojo.

El próximo domingo salga y emita su voto, vote nulo, a favor o en contra, pero vote. Es común que el elector esté arrepentido a los tres meses de gobierno de la decisión que tomó por lo que es importante que trate de tener una visión de largo plazo porque aunque a veces lo olvidamos los candidatos son elegidos para cuatro años. Concéntrese sobre todo en la elección de diputados porque solo allí­, en el Congreso, pueden hacerse los cambios profundos necesarios para que nuestro paí­s salga del letargo. ¡A votar!